El confinamiento de la epidemia de Covid-19 reduce nuestras actividades, especialmente nuestros trayectos motorizados. Coches, vehículos de dos ruedas, trenes, barcos y aviones se desvanecen de nuestro paisaje por un tiempo.
El ruido de nuestra agitada sociedad disminuye y nos retorna la música primaveral de los pájaros enamorados. Sólo tienes que abrir tus ventanas para darte cuenta que el silencio ha regresado y que se puede escuchar la naturaleza.
¿Pero qué es el silencio? ¿Y qué lugar ocupa en la vida de los animales y en los paisajes naturales? ¿Qué nos revela este eclipse de sonido?
La realidad acústica del silencio
El silencio es múltiple, es tanto individual, como interior, colectivo y exterior, ambiental, ya que es social, familiar, musical, profesional, espiritual, radiofónico, electrónico.
Interferencia de ruido
Para definir el silencio, podemos ver el lado de su antítesis: el ruido.
El ruido es un fenómeno desordenado, como la imagen nevada de las pantallas de TV antiguas. El ruido también es un sonido que no lleva información, no es interesante. El habla en un idioma desconocido para el oyente puede convertirse rápidamente en ruido.
También puede ser un sonido molesto que perturba la recepción y comprensión de la información codificada por un sonido inteligible, llamado “señal”; El ruido es, por tanto, el enemigo de la señal.
Si destruimos el ruido, nos movemos hacia el silencio. Pero no es silencio absoluto, sino una forma de flotación acústica. Por tanto, el silencio no es la nada, 0 decibelios, sino más bien una ausencia de ruido que permite lograr una sensación de tranquilidad acústica y comprender las señales; así también es en los paisajes sonoros naturales.
Y el virus mató el ruido
Los paisajes sonoros se pueden dividir en tres categorías principales: biofonía (conjunto de sonidos debido a seres vivos, como el canto de los pájaros); geofonía (conjunto de sonidos provenientes de elementos naturales no vivos, como truenos o lluvia); antropofonía (conjunto de sonidos relacionados con actividades humanas).
En los últimos días, la biofonía parece haber tenido prioridad sobre la antropofonía.
El confinamiento vinculado a Covid-19 reduce el ruido de nuestra sociedad, llevándonos a una forma inesperada de silencio. La inmovilidad disminuye el ruido que generamos con nuestros medios de transporte: reducción del tráfico por carretera, ferrocarril, aéreo y naval. Ésta es una situación acústica completamente nueva que podemos percibir desde nuestras ventanas y balcones.
¿Qué está pasando exactamente?
Una caída en el nivel de ruido ambiental, como si el ecualizador estuviera mejor ajustado, o si el volumen de los altavoces hubiera desaparecido. Reaparecen los sonidos de la naturaleza.
En condiciones normales, el ruido de la antropofonía interfiere con el sonido de los animales, obligándolos a cantar más fuerte, más agudo, más a menudo, o cambiar su período de canto, reducir su actividad sonora o incluso huir.
El ruido también es una fuente de estrés, fatiga, trastornos fisiológicos, pérdida de vigilancia frente a los depredadores, reducción de la conducta alimentaria. Todos estos efectos de acoso pueden afectar la supervivencia de los individuos de especies animales y ser visibles a nivel de todo un ecosistema.
Por lo tanto, es razonable pensar que un ambiente de sonido tranquilo y despejado puede aumentar la supervivencia de los animales, facilitar su reproducción y conducir a entornos naturales en mejores condiciones.
Condiciones increíbles para los científicos
Con el estado de alerta por el Covid-19, acaece la disminución del tráfico de transporte, lo cual ofrece condiciones únicas para un experimento científico a gran escala.
Suprimir el ruido de todo un país permite evaluar la importancia de la antropofonía en el comportamiento y la ecología de los animales; y para conocer mejor la biodiversidad escuchándola, una actividad esencial de la ecoacústica.
Durante todo este período, las grabadoras instaladas en parques naturales podrán, por ejemplo, grabar el paisaje sonoro de un bosque de coníferas y ofrecer la posibilidad de comparar la estructura y la dinámica acústica del entorno natural antes, durante y después del confinamiento.
Cura silenciosa
¿Cuál podría ser el efecto del cambio de sonido de la epidemia para nosotros?
Casi el mismo que para los animales: un proceso de desintoxicación. DETOX SONORO. Nos permite recuperar el espacio de sonido invadido por las máquinas; para percibir y apreciar mejor los sonidos de la naturaleza.
El ruido influye en la discapacidad auditiva, trastornos del sueño, desconcentración, cambio de humor y ¡estrés! (muchos estrés) que puede conducir a efectos crónicos, como reducción del aprendizaje, hipertensión o trastornos hormonales.
Por tanto, los paisajes sonoros tranquilos nos aportan una sensación beneficiosa de tranquilidad y descanso. Reducir el ruido ambiental significa recuperar el contacto sensorial con la naturaleza, mejorar nuestro bienestar y proteger nuestra salud.
Si el ruido es tan dañino, ¿qué podemos aprender de este nuevo silencio?
El silencio del virus es realmente importante: puede cambiar nuestra vida diaria y actuar como una señal que cause o bien consuelo o bien ansiedad, dependiendo de nuestra experiencia, nuestras necesidades, nuestras experiencias pasadas y nuestro afrontamiento de la epidemia. La naturaleza, liberada del estrés, seguro que lo aprecia y agradece …
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que.existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
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