Desde el 14 de marzo, las medidas de confinamiento se han endurecido de un día para otro para hacer frente al Covid-19: cierre de escuelas, teletrabajo, obligación de quedarse en casa, limitar salidas y evitar reuniones.
Los padres y los niños tienen que adaptarse a una nueva realidad que los obliga a controlar su estado de ánimo para que puedan vivir en armonía bajo el mismo techo. En este contexto, es probable que los conflictos sean más frecuentes. Pero esta situación de confinamiento también es una oportunidad para comprender mejor su origen.
Existe un vínculo significativo entre el comportamiento de oposición de los jóvenes, su angustia psicológica y el contexto familiar. (y escuela) en la que evolucionan.
El estado de confinamiento puede provocar una variedad de reacciones en los jóvenes, que van desde la euforia hasta la tristeza.
Un reto de adaptación
Someterse a la mirada de desaprobación de quienes lo rodean a diario puede empujar al joven a internalizar la imagen negativa que se le envía. Tal reacción puede ser dañina, incluso peligrosa para él: el sentimiento de incompetencia inducido puede generar heridas narcisistas, dañar su confianza en sí mismo y provocar a medio y largo plazo, un sentimiento de inutilidad que puede alimentar la aparición de ideas destructivas.
Desde esta perspectiva, el período de confinamiento puede representar una fuente de ansiedad y sufrimiento psicoemocional para los jóvenes que viven en un entorno donde se sienten incomprendidos, devaluados o incluso rechazados. Este confinamiento puede ser más difícil de vivir también para aquellos que tienen un temperamento activo, a quienes les gusta el cambio y buscan sensaciones de exploración
.La angustia psicológica puede inducir síntomas depresivos y de ansiedad, que algunos jóvenes manifiestan a través de un alto nivel de inquietud e irritabilidad, y cn mecanismos de defensa ineficaces e improductivos.
Por ejemplo, pueden volverse despectivos o incluso agresivos hacia aquellos que los devalúan al querer demostrarles que tienen poder sobre ellos. También pueden tomar acciones consideradas inapropiadas por su entorno inmediato: oposición a la autoridad, delitos menores, autodestrucción.
Las conductas de oposición tienen su origen en las presiones ejercidas para que el joven se ajuste a las expectativas de su entorno, independientemente de su situación emocional. Estos comportamientos “inadecuados” a menudo se refieren a una lesión relacionada con la autoestima. Por lo tanto, adopta una relación conflictiva o incluso agresiva con quienes lo rodean. Esta manifestación conductual es, desde el punto de vista psicológico, un “síntoma” de que algo está mal. Se refiere a una reacción adaptativa en el contexto de incomodidad y desequilibrio.
No es un trastorno de oposición
Desafortunadamente, cada vez más, las conductas disruptivas entre los jóvenes se clasifican rápidamente en el repertorio de enfermedades mentales, a través de un diagnóstico conocido como trastorno de oposición.
De hecho, el trastorno de oposición se refiere a un conjunto de comportamientos no asociados con un trastorno psicoemocional. En tal caso, el joven siente un placer natural al oponerse, provocar, sin expresar el más mínimo pesar a quienes pagan el precio. Mientras que la oposición, cuando es un síntoma de un malestar psicoemocional, coloca al joven en un estado de sufrimiento real debido, por un lado, a la desaprobación que puede leer a los ojos de los demás. y, por otro lado, la vergüenza que lo habita en el sentido de verse sumido, a pesar de sí mismo, en una actitud de “maldad”.
Darles una voz
Hoy invito a los padres a aprovechar el período de confinamiento para analizar de nuevo el comportamiento opositor de su hijo, al considerar las “crisis” como oportunidades para intervenir y comprender lo que está mal.
En realidad, estas manifestaciones conductuales siguen siendo una medida compensatoria adaptativa para la angustia del niño y reflejan un malestar del que trata de deshacerse a toda costa.
Animo a los padres a que intenten comprender la naturaleza de las frustraciones y lesiones de sus hijos, les den voz, se interesen en sus opiniones y les pregunten sobre sus ideales.
- Mantenerse abierto a su realidad es más efectivo para mejorar sus comportamientos a largo plazo que castigar su comportamiento, que se considera desviado.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que.existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
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