¿Hay una epidemia de hipersensibilidad y superdotación en España? En pocos años, estos términos, y muchos otros, como “alto potencial”, “asperger” o “víctima del síndrome del impostor“, han entrado en el lenguaje cotidiano. No es raro encontrar a alguien que los use para describirse a sí mismo. Pero, ¿qué esconde esta locura por las etiquetas psicológicas? El punto con Saverio Tomasella, psicoanalista y doctor en psicología.
Muchas personas se presentan como “alto potencial”, “hipersensibles” o incluso “víctimas”. ¿Por qué tanta necesidad de definirse a uno mismo?
Todos estamos en busca de nuestra identidad. El social y cultural, basado en nuestro género, nuestro origen, nuestra religión, etc., no es suficiente. Necesitamos definirnos más finamente, según lo que experimentamos en el día a día, nuestras emociones, nuestras intuiciones, nuestros sentimientos, nuestras relaciones con los demás… Esta identidad más subjetiva es la que expresamos cuando nos definimos como “altos”. potencial” o “hipersensible”. En nuestra búsqueda existencial, adoptamos la identidad más cercana a lo que estamos viviendo.
Entonces, ¿es normal “autocategorizarse”?
A menos que hagas un largo psicoanálisis durante el cual te des cuenta de que la identidad no importa porque cambia y fluctúa según la edad y las circunstancias, necesitas definir tus defectos, tus dificultades y sus sufrimientos. Es tanto una forma de tranquilizarse como de integrarse socialmente. Al adoptar definiciones sociales de éste o aquel rasgo de personalidad, esperamos ser reconocidos, comprendidos y aceptados.
¿Cómo es socialmente gratificante blandir una etiqueta?
Incluso si creemos o sabemos que tenemos confianza en nosotros mismos, las relaciones sociales no son obvias. Presentarse como hipersensible, superdotado o víctima es una forma de decir “aquí están mis títulos nobiliarios”. Cuando eres joven, o en un entorno profesional, destacas tus diplomas, pero sólo funciona por un tiempo. Sin embargo, necesitamos ser reconocidos a lo largo de la vida. Para ello, destacaremos cualidades que son socialmente reconocidas. Como el todo-psíquico ha invadido los medios, los puntos a valorar son las características psíquicas.
¡No es lo mismo decir que uno es un superdotado o una víctima!
Desde un punto de vista racional, de hecho hay un matiz. Pero desde el punto de vista del inconsciente, es la misma lógica que opera en ambos casos, la de la idealización. Decir que eres víctima de un perverso narcisista parece menos gratificante que decir que tienes talento, pero de todos modos inspiras respeto. Somos escuchados, reconocidos y empujamos al otro a empatizar con nosotros.
¿Podemos hablar de una moda cuando se trata de las etiquetas que reivindicamos?
Sin ninguna duda. Las etiquetas de hoy no son ni de ayer ni de mañana. Décadas atrás, todos decían que eran histéricos. Hoy en día, ya no está de moda. El papel de los medios de comunicación es importante: cuando presentan una etiqueta en lugar de otra, la mayoría de las personas se reconocerán en esa etiqueta. Tendemos a invertir demasiado en lo que está de moda.
¿Cómo es posible que nos encontremos en etiquetas a veces muy diferentes?
Durante mis estudios tuve la impresión de sufrir sucesivamente todas las psicopatologías que se nos presentaban. Éste es un fenómeno bastante común. Está ligado a la actividad de las neuronas espejo y a nuestra capacidad de empatía. Lo primero nos hace creer que tenemos algo en común con lo que dicen los demás o lo que leemos, lo segundo nos permite ponernos en el lugar del otro. Por tanto, cuando hablamos de resiliencia, nos reconocemos en las cualidades que se le atribuyen, cuando hablamos de perversos narcisistas, encontramos uno en nuestro entorno, o si somos muy honestos, encontramos algunos rasgos comunes con este perfil. Lo mismo ocurre con la hiperemotividad, la hipersensibilidad, el autismo…
¿Hay alguna base de verdad en nuestros autodiagnósticos?
Hasta cierto punto, sí. Cada vez nos enfocamos en lo que, en nosotros, cumple con la definición de esta o aquella identidad psicológica. Resonamos con ciertos puntos que acabamos de leer o escuchar, y concluimos : “sufro el síndrome del impostor”… ¡Esto no es falso! La psique humana es multifacética, y es interesante resaltar los diferentes aspectos de la personalidad.
A pesar de todo, ¿no hemos ido demasiado lejos en esta lógica?
El hecho es que es un fenómeno sociocultural. Si un psiquiatra habla de tal o cual concepto en su práctica, el eco se limita al paciente. Pero si habla de ello en los medios, las repercusiones van mucho más allá de su gabinete. Por ejemplo, se entrevista a un psiquiatra sobre el sentimiento de abandono. No se convierte automáticamente en una etiqueta, pero quienes la tienen reflexionan y hablan de ella. El concepto poco a poco va echando raíces en la sociedad. La etiqueta surge en un segundo paso: es un atajo para evocar una noción psíquica compleja, el sentimiento de abandono en este caso. Es necesariamente reductivo, pero tiene el mérito de permitir que el público en general se cuestione a sí mismo.
¿Es ese el verdadero problema?
Sí, lo principal es ayudar a las personas a progresar en el conocimiento de sí mismas y en la relación con los demás, para que juntos seamos más plenos. Las etiquetas seguirán existiendo, ¡e incluso pronostico que surgirán nuevas! Esto es obvio, en la medida en que permiten a cada uno alimentar su reflexión personal sobre nociones psíquicas o existenciales.
¿A qué nos arriesgamos si damos demasiada importancia a una etiqueta?
La etiqueta nos ayuda a describirnos y a expresar nuestra subjetividad en un momento dado. El riesgo es el apego. Si me defino como hipersensible, puedo aferrarme a esta etiqueta que me distingue tanto que ya ni miraré cómo me siento. Al hacerlo, me encierro y me impido evolucionar.
Entonces, ¿podemos romper con una etiqueta a la que se le ha dado una gran importancia durante años?
¡Es incluso deseable! Durante un tiempo, necesitabas esta etiqueta y parecía encajar contigo. Pero caminas adentro. Un día, terminas no reconociéndote allí. Ya no lo necesitas, así que simplemente déjalo.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
Si estás interesad@ en conocer nuestros servicios de psicología y mindfulness, puedes escribirme a info@psitam.com y estaré encantada de atenderte.
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