Las aulas están vacías, pero la escuela no se detiene. Éste es el mensaje que el Ministerio de Educación se ha propuesto para combatir la epidemia de Covid-19. Pero, ¿puede la “continuidad pedagógica” que los maestros se esfuerzan por proporcionar día a día realmente beneficiar a todos de la misma manera?
Más que nunca, en un contexto de confinamiento donde lo digital se convierte en el principal canal de intercambio, el equipamiento de las familias en este asunto es decisivo. El aprendizaje de los más pequeños se basa más en los padres, se fortalece su papel en el apoyo a la tarea de los adolescentes. Sabemos que todos los padres no tienen el mismo dominio de los códigos escolares, ni el mismo acceso a los recursos culturales “compensatorios”.
Una situación de confinamiento prolongado podría representar un riesgo significativo para los estudiantes más socioeconómicamente vulnerables.
Condiciones materiales, códigos culturales
Ya existe una brecha en el desempeño educativo entre los niños de entornos privilegiados y desfavorecidos. Hay bastantes motivos para predecir que la situación de confinamiento acentuará esta brecha existente. En primer lugar, se debe enfatizar que la experiencia de confinamiento depende de las condiciones materiales de la vida.
En las zonas desfavorecidas, los niños tienen menos espacio y, por lo tanto, es probable que tengan más dificultades para trabajar tranquilos. Y, a diferencia de las familias que cuentan con jardín o terraza privados, los niños que viven en bloques de pisos tendrán muy pocas oportunidades de salir.
Éste es un punto importante porque las actividades físicas contribuyen al desarrollo de funciones ejecutivas del cerebro (facultades de percepción y razonamiento que ayudan a anticipar tareas, planificarlas, desarrollar estrategias). Estas funciones son muy útiles para el desempeño escolar.
El riesgo del efecto “vacaciones”
Un efecto bien conocido por los investigadores educativos es el efecto “vacaciones”. De hecho, durante el año escolar, los niños de familias favorecidas y los de familias desfavorecidas socioeconómicamente muestran progresos bastante similares.
Pero, durante los meses de verano, aparecen grandes disparidades: las habilidades educativas de los niños de alto nivel socioeconómico continúan mejorando mientras la curva de progreso se aplana (o incluso se revierte) para los niños de familias desfavorecidas. Este efecto es respaldado por numerosos estudios, que incluso han realizado estudios observando los efectos de esta variable en los sujetos a lo largo de los años.
Las vacaciones de verano duran sólo dos meses cada año y acabamos de mencionar que los efectos que tiene en la educación de los estudiantes son amplios y duraderos. Por tanto, existen poderosas razones para preocuparse por la situación de confinamiento, especialmente si se va a prorrogar y no se toman medidas para contrarrestar los efectos negativos.
Recordemos que todo lo que no se hace en la escuela se hace de manera desigual en las familias y, por tanto, es probable que se convierta en una habilidad “discriminatoria”, es decir, una habilidad que los estudiantes de entornos favorecidos dominarán mejor sobre estudiantes de entornos desfavorecidos.
Necesidad urgente de ayuda
Durante las primeras semanas, se tuvieron que tomar medidas de emergencia; pero con el tiempo y la extensión de estas medidas, surgen nuevas preguntas. El consejo científico del Covid-19 (en el cual ningún miembro es psicólogo) comienza a advertir sobre los “efectos psicológicos” del confinamiento.
En los medios, se alienta regularmente a los padres a ver este episodio de manera positiva. De hecho, este confinamiento sería una oportunidad para reunirse con la familia, pasar tiempo juntos o incluso una oportunidad para que los padres reinviertan en la educación de sus hijos.
Sin embargo, es necesario recordar que la posibilidad de ver aparecer resultados tan positivos o, por el contrario, de sufrir esta situación de confinamiento, depende en gran medida del entorno social en el que evolucionan los individuos. Por ejemplo, hemos visto que con el confinamiento y el cierre de las escuelas, las desigualdades en la escolarización se ampliarán rápidamente y que cuanto más tiempo continúe el confinamiento, más difícil será ponerse al día.
La aceleración del aumento de las desigualdades sociales es, por tanto, uno de los principales riesgos del confinamiento. Este punto es esencial ya que los estudios de investigación muestran que el nivel de desigualdades en una sociedad correlaciona negativamente, entre otras cosas, con la salud física y mental de las personas que la componen, así como con la calidad de las relaciones que mantienen entre ellos.
Añadir para concluir que, con esta crisis, algunas personas se encontrarán desempleadas y la precariedad puede aumentar. En este contexto, es urgente enfocar las acciones y los recursos en aquellos que más lo necesitan, es decir, aquellos que son más vulnerables desde el punto de vista socioeconómico.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que.existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
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