Calumniar a alguien, difundir chismes: algunos se deleitan en ello. Pero al hablar demasiado de los demás, acabamos dedicándoles todas nuestras conversaciones. ¿Por qué el chisme?
¿Por qué ?
Este tipo sería capaz de lo peor para tener éxito, “¿Sabías que el hijo de Oriol fue a la cárcel? “: Criticar o hablar de los demás emitiendo un juicio, hacer comentarios maliciosos, pero que se supone que están bien fundados, es muy frecuente en el ámbito social . Esto es lo que da buena conciencia al propagador del rumor. Sean o no ciertas sus palabras, el difamador siempre justifica su actitud con buenas intenciones: informar a sus interlocutores de la peligrosidad potencial de tal o cual persona o grupo de individuos.
Para crear un lazo social
Paradójicamente, el calumniador busca ser visto: su crítica es beneficiosa, prueba que “sabe cosas” de un tercero, mientras da a entender que él mismo es mejor que aquél. Hablar mal de los demás es, pues, indirectamente hablar bien de uno mismo y de quien escucha. Detrás de las palabras calumniosas, escuchamos en realidad: “Te digo esto porque yo no soy así y porque sé que tú tampoco lo eres. “
Lo cual también es una forma de mostrarle a tu confidente que mereces su estima. Pero si el calumniador logra crear un vínculo privilegiado con su interlocutor, ¡gracias a sus “pequeños secretos”! -, va en detrimento de la cohesión social ya que se erige en juez que designa los buenos y los malos.
Por falta de autoestima
¿Por qué no crear este vínculo social desarrollando temas de conversación positivos, hablando de sus intereses en lugar de las fallas de los demás? Porque el calumniador tiene la impresión de no tener nada en sí mismo. Habla de su vecino, colega, etc., cuando menos, o porque considera que lo que va a decir de sí mismo no es interesante. Las palabras calumniosas deben interpretarse con mayor frecuencia como una señal de angustia de alguien que no tiene confianza ni autoestima.
Por envidia
De esta falta de confianza en uno mismo surge el miedo a afirmarse. Las personas que calumnian se sienten frustradas en su vida en general o en un área en particular. Esta frustración despierta en ellos la ira. Y aceptar este enojo sería reconocer sus propias debilidades. De hecho, eligen, a menudo inconscientemente, expresarlo de manera diferente, transfiriéndolo a los demás, y especialmente a aquellos que han tenido éxito donde no se han atrevido a afirmarse.
Así les oiremos calumniar de una persona que “necesariamente tuvo que hacer trampas para ascender”, o a esta vecina “tan interesada que hizo todo por casarse con un millonario”… etc.
Por proyección
En otros casos, por el contrario, hablaremos mucho de lo que nos repugna profundamente: “Éste es un egocéntrico”, “Éste es un tacaño”… “Vamos a inventar o señalar rasgos de carácter de otros que no soportamos, porque son precisamente aspectos que tenemos en nosotros mismos y que no podemos aceptar. La murmuración se basa entonces en un fenómeno conocido como proyección: uno atribuye al otro una parte de sí mismo que rechaza o que es conscientemente incapaz de reconocer.
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Testimonio de terapia:
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
Si estás interesad@ en conocer nuestros servicios de psicología y mindfulness, puedes escribirme a info@psitam.com y estaré encantada de atenderte.
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