La comunicación no violenta resulta ser una vía interesante para explorar. Explicamos por qué su práctica puede ayudarnos a tener la tranquilidad.
¿Son inevitables los conflictos?
Por lo general, son inevitables, pero lo que se puede prevenir es que los conflictos se tornen verbalmente violentos, a través de la ironía, la burla, el juicio, la crítica … Muchas veces, sin siquiera darnos cuenta, usamos palabras y expresiones que conllevan violencia. Asimismo, ciertos comportamientos, como el enfurruñamiento o el silencio, pueden ser violentos. La Comunicación No-violenta (CNV) es una invitación a estar atento a todo esto, para no dejarse llevar.
Entonces, ¿la base de CNV es asumir la responsabilidad de analizar tu vocabulario y comportamiento?
Sí, es importante trabajar en este autoconocimiento que requiere de un poco de humildad y mucho coraje. Cuestionarse a sí mismo no es fácil. Estamos acostumbrados a vivir las relaciones humanas en un modo de lucha por el poder. Cuando todo está bien, todo está bien. Pero en cuanto hay tensión, prácticamente automáticamente entablamos el equilibrio de poder: dominación, agresión, sumisión, resignación, manipulación, seducción … Observar con éxito tus propias reacciones te permite intentar cambiarlas y aprender a crear relaciones colaborativas, escuchar, compartir, empatía, sinergia …
El objetivo de la CNV es precisamente hacernos salir del paradigma del equilibrio de poder para llevarnos al de la colaboración. Se trata de cambiar la estructura misma de nuestra forma de pensar. Estamos hablando de algo mucho más allá de una simple herramienta de comunicación, es una nueva forma de relacionarnos.
¿Podemos entonces decidir practicar la CNV solos?
No sólo podemos hacerlo, sino que a menudo es así. Si cambio de actitud, el otro tiene que adaptarse a esta nueva actitud. Por ejemplo, una pareja está acostumbrada a discutir porque cada uno quiere tener la última palabra. Es un juego de ping-pong permanente. Para terminar, basta con dejar el alboroto. Cuando la otra persona argumenta, me identifico con ella y trato de entender su punto de vista. Lo encuentro donde está, en lugar de intentar imponerle mi punto de vista. ¡Cambia necesariamente las cosas para todos!
¿Funciona a cualquier edad?
En teoría, sí. Eso no significa que sea fácil de configurar, ¡pero vale la pena intentarlo!
La CNV se basa en expresar tus sentimientos y necesidades, sin dañar al otro. Por lo tanto, debemos ser claros con nosotros mismos antes de hablar …
Hasta que no nos conozcamos bien, podemos dejarnos engañar por un nivel de necesidad que no es del todo incorrecto, pero que no es del todo correcto. Aprender CNV nos hace darnos cuenta de que nuestras necesidades son como muñecas rusas: encajan. Al indagar en una necesidad, descubrimos otra más precisa, luego otra, etc. Finalmente, cuando entendemos lo que realmente necesitamos, nos liberamos de los patrones del pasado y logramos acercarnos a los demás, para crear vínculo y empatía, lo que luego permite que todos finalmente colaboren en el bienestar de todos.
¿Cuándo es relevante compartir un sentimiento negativo?
Es importante hablar de ello lo antes posible. Lo ideal es crear un tiempo para discutir cómo estar juntos: ¿qué nos gusta o, por el contrario, no nos gusta? Ayuda a comprender lo que los comportamientos de los demás implican para los demás. Si no lo decimos con calma, acumulamos malestar hasta el día en que estalla.
Hacer esto no es muy habitual, pero no significa que no sea natural. En nuestras culturas occidentales, hablamos muy poco entre nosotros. Nos quedamos en lo funcional, lo práctico: quién gestiona las compras, los viajes de los niños, a qué hora nos vamos… En lugar de decir “esto me agradó” o “esto me molestó, agradecería eso…”. Almacenamos frustraciones.
Almacenar frustraciones es arriesgado, porque las frustraciones son emociones y son estas emociones las que nos ponen en movimiento. Si no los escuchamos, ejercemos presión. Es como si contuviera todos mis sentimientos desagradables en una olla a presión en la que amontono capas familiares, sociales y profesionales. Pero esta cazuela se pone al fuego del tiempo. Tarde o temprano estalla: enfado, enfurruñamiento … Y si no explota, implosiona, es depresión, agotamiento.
Necesitamos escucharnos a nosotros mismos en nuestra totalidad, éste es el poder de la auto-empatía.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
Si estás interesad@ en conocer nuestros servicios de psicología y mindfulness, puedes escribirme a info@psitam.com y estaré encantada de atenderte.
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