Tan pronto como su pareja no está, no pueden evitar preocuparse, mirando compulsivamente su teléfono esperando un mensaje o una llamada. No pueden imaginar salir, ver amigos o ir al cine sin su cónyuge. Tienen miedo constante al abandono. Son emocionalmente dependientes. Esta necesidad permanente de la presencia y atención del otro es perjudicial para la pareja, pero es posible recuperar la confianza en uno mismo.

Lidia no puede soportar la soledad y no puede evitar preocuparse tan pronto como se aleja de Juan. Está agarrando su teléfono esperando noticias, lo llama constantemente, no puede hacer las cosas por su cuenta. Francsc teme que le pase algo malo a Katia y se siente abandonado cuando ella está lejos de él. Celoso, supervisa sus acciones e incluso llega a registrar su email. Valeria, por su parte, evita salir de noche con sus amigas porque sabe que desagrada a Bruno, su pareja, cuya aprobación busca sistemáticamente. Gran angustia ante el abandono, sensación de no poder vivir sin el otro, dificultad para actuar por sí mismo… Los tres son emocionalmente dependientes.

Una gran angustia de abandono

Estas personas se necesitan unas a otras para vivir, existir, pensar. Equivocadamente, consideran esta necesidad como una necesidad vital. Recrean un vínculo infantil con su pareja, el del infante con la madre. Creen que se deben la vida el uno al otro, lo cual es incongruente en una relación de pareja. A menudo, la causa de esta creencia está relacionada con una falta de afecto o comprensión por parte de los padres, llegando en ocasiones incluso a situaciones de maltrato. El niño que ha experimentado un sentimiento de abandono o experiencias de rechazo, inseguridad, puede volverse emocionalmente dependiente de adulto.

Cada uno de nosotros también puede encontrarse en una relación de dependencia con el otro. Los momentos de nuestra vida en que estamos debilitados pueden hacernos sumergirnos. El trauma, un ataque, el duelo o incluso la vejez, a menudo son desencadenantes. Las personas que toman conciencia de la posibilidad de su muerte a veces caen de la noche a la mañana en una relación de dependencia emocional.

Una adicción que puede tomar muchas formas. Puedes depender de tu pareja económicamente, intelectualmente (Lidia, por ejemplo, tiene problemas para pensar y decidir por sí misma) o incluso sexualmente. A veces, el compañero también mantiene esta relación: “Un cónyuge demasiado “protector” siente la necesidad de proteger a su pareja, haciéndose indispensable a sus ojos y pudiendo así controlarlo. Detrás de la adicción se puede esconder una forma de control emocional.

Parejas sofocantes

Estas parejas respiran poco. Los momentos de soledad, que permiten a cada cónyuge recargar las pilas y vivir experiencias al aire libre, ya no existen. Los miembros de la pareja corren el riesgo de dar vueltas y encerrarse en sí mismos. La necesidad sistemática de atención del adicto afectivo es abrumadora para el acompañante. El riesgo es la asfixia, la sensación de tener un balón en los pies, de no poder hacer nada solo. Tales condiciones favorecen la ruptura… Que es lo que teme por encima de todo la persona que sufre dependencia afectiva.

Lidiando con la ansiedad

Devorados por la ansiedad permanente, los dependientes emocionales a menudo luchan por dar un paso atrás en la situación. Sin embargo, es necesario nombrar y luego aceptar esta situación, de lo contrario nada puede cambiar. Lidiar con la ansiedad es la parte más difícil. Es importante entender que, aunque sea violento, no mata y, sobre todo, que siempre acaba pasando.

Pero cuando surge la angustia, cuando todos sus pensamientos giran en torno a la ausencia del otro, la hipótesis infundada del engaño o el miedo al abandono, no es fácil poner las cosas en perspectiva. En lugar de decirte a ti mismo de tu pareja: ‘me está engañando’, tratar de decirte a ti mismo ‘Lo amo, volverá, confío en él’ y repetirte estas palabras como un mantra, lentamente, si es posible en voz alta, puede ayudar”.

Varias soluciones simples pueden ayudar a bajar la presión: Puedes darte una ducha fría o caliente. Esto te permite volver a centrarte en tu cuerpo, al que pones en nuevas disposiciones. Las caminatas de veinte minutos, la meditación para los que saben hacerlo o incluso escuchar música suave también pueden ayudarte a encontrar un poco de calma en ti mismo. También recomiendo un ejercicio de respiración muy simple, soplando varias veces muy lentamente y completamente durante la exhalación. Lo principal: tómate un tiempo para reconectarte con tus intereses y tus propias habilidades. Las actividades manuales, artísticas o deportivas te permiten recuperar tu cuerpo y ganar confianza en ti mismo.

Encontrar confianza en el amor de otro

Muy a menudo, cuando uno es emocionalmente dependiente, es difícil, incluso imposible, tomar en serio los gestos de ternura de la persona amada. La falta de confianza en sí mismo lleva a no creerse suficientemente digno de amor.El objetivo es lograr recuperar la confianza en el amor del otro y sus pruebas cotidianas. Muchas veces, esta evidencia se borra rápidamente de la memoria. Aconsejo anotar cada pequeño gesto o dulce palabra en un cuaderno y volver a él regularmente, cuando surja la inquietud. ¡Muy pronto, el cuaderno estará lleno!”

Por el lado del cónyuge, no es fácil ser solicitado constantemente, tener que tranquilizar al compañero o incluso enfrentarse a sus reproches. Adoptar la actitud más amorosa y benévola posible mostrando mucho amor, de forma explícita, no impide señalar con mucha claridad, pero con serenidad, los momentos en que la dependencia se manifiesta. Por ejemplo, cuando el adicto emocional está angustiado por un mensaje no contestado, dígale: “Aunque no estemos juntos, estoy pensando en ti. Estoy tan seguro de que incluso si no puedo responderte, sé que todo estará bien”. Puedes enfrentar tu ansiedad. Una gran generosidad en el amor que implica también no sacrificarse, ni desvitalizarse. Es fundamental dedicar tiempo a uno mismo: La trampa es dedicar más tiempo y atención al compañero dependiente.

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Autora: Lucia Rodríguez Brines

Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.

 

 

 

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