Misterio, miedo, aventura, deseo, la sensación de existir plenamente: cinco criterios para ayudar a comprender mejor qué es el verdadero amor.
Encuentras al otro misterioso
El amor es un misterio para quien lo vive, un misterio para quien lo ve. Vemos, pero no entendemos. ¿Por qué ? Porque lo que nos une es inexplicable. Amar de verdad es acudir a alguien, no sólo por su imagen (su belleza, su parecido con tal o cual cosa), ni por lo que simboliza (un padre, una madre, poder, dinero), sino por su secreto. Ese secreto que no sabemos nombrar y que encontrará el nuestro: una carencia sentida desde la infancia, un sufrimiento singular e indefinible.
Bueno, el amor es el encuentro de dos heridas, dos lagunas, compartir con alguien lo que extrañamos radicalmente y nunca podremos decir. El amor verdadero no es” Muéstrame lo que tienes “o” Dame lo que tienes para llenar lo que me falta “, sino más bien” Me gusta la forma en que te tratas de curar, me gusta tu cicatriz “.
Nada que ver con la hipótesis de la “media naranja”, (incompleta porque está cortada en dos).
Tener miedo de perderlo
El amor implica asumir riesgos. Despierta un fenómeno de vértigo, a veces incluso de rechazo: podemos romper el amor porque le tenemos demasiado miedo, sabotearlo, reducir su importancia centrándonos en una actividad donde todo recae en uno mismo. Todo se reduce a protegernos del poder exorbitante del otro sobre nosotros.
El amor verdadero no es un contrato comercial: es un sentimiento violento que pone en peligro a ambos miembros. Nunca debemos olvidar esto cuando dudamos, cuando el otro parece no agradarnos. cuando alguien se defiende, eso no significa que no esté enamorado. Puede que simplemente tenga miedo de terminar con las manos atadas.
Acepta adentrarte en lo desconocido con él/ella
El romanticismo de la pasión que estallaría y luego se extinguiría previsiblemente es un mito. El amor no siempre va cuesta abajo. Puede tomar una ruta inversa. Tenemos que aceptar que no tenemos control sobre nuestros sentimientos. No estamos entrando en un universo voluntarista o metódico. Podemos pasar por episodios de contraste. Pasar por momentos de éxtasis significa que luego puedes caer desde grandes alturas, por supuesto.
Pero estar convencido de que el amor nunca es seguro significa que hemos heredado un pasado que nos impide creer en nosotros mismos y en los demás. Para amar de verdad, casi tienes que creer en algún tipo de milagro. Tienes que mantener el fuego encendido, que puede reiniciarse y no requiere una satisfacción inmediata. Acepta lo desconocido, ten paciencia …
Sentir deseo
Sin duda: amar es querer al otro. Hacer el amor ayuda a amar. Sin intercambio corporal, algo en el amor no sucede. El amor requiere placer porque hay deseo. Y los amantes que se aman experimentan un disfrute adicional. La diferencia entre los sexos se anula en la relación. Ya no sabemos quién es uno y quién es el otro. Los dos se fusionan. Hay desinversión del valor del órgano. Nos convertimos en uno. Es un goce aplastante. Sin amor, el placer se vive como un medio para deshacerse de la tensión, mientras que para disfrutar de una emoción que desprende ondas, vibraciones, una experiencia fuerte, hay que amar de verdad:En el amor se obtiene un disfrute diferente.
¿Una disminución del deseo significa una pérdida del amor? Para nada: Hay momentos de felicidad en los que estamos tan felices de que el otro es lo que es que podemos estar satisfechos con el hecho de que existe.
Más allá de estos momentos de contemplación, otras mujeres disocian el amor y el deseo. No es que haya menos sentimientos. Al contrario. Es como si dar demasiado los hiciera desaparecer. Aquí interviene algo no resuelto sobre el niño, un ideal de amor demasiado anclado en el ideal paterno. Eran mujeres y vuelven a ser niñas: la relación les parece incestuosa. La dimensión paterna toma el relevo, quizás para protegerse de este miedo a ser disuelta.
Sentir que se existe
El amor verdadero es esta ilusión de que nuestro amor es único. El otro es el ideal encarnado, y existimos por su mirada. El amor nos devuelve la condición de niño convencido de su omnipotencia, convencido de que si no existiera, el mundo perdería algo. Nos elegimos unos a otros.
Freud retoma este tema bíblico del Elegido para distinguir claramente el amor verdadero del amor a la caridad orientado al bien. Reconocemos en el otro su importancia radical: lo estimamos, lo valoramos, creemos que es insustituible. Hicimos un hallazgo, descubrimos un tesoro. Ya no estamos solos.
El otro también nos trae su mundo, una apertura a otros horizontes, emociones que antes no percibíamos con la misma intensidad. Estamos más “despiertos”. Tenemos la sensación de estar en el refugio desde que supo descubrirnos. Amar de verdad intensifica nuestro sentimiento de existir.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
Si estás interesad@ en conocer nuestros servicios de psicología y mindfulness, puedes escribirme a info@psitam.com y estaré encantada de atenderte.
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