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Figura emblemática de la espiritualidad, el mandala, “círculo” en sánscrito, está tomando un lugar cada vez más importante en las técnicas de desarrollo personal. Ejercicios de apoyo, descubre tu mundo interior.

Nunca un diseño simbólico ha tenido una dimensión tan universal como el mandala. Por ejemplo, se descubrió un círculo solar paleolítico en África, una representación casi tan antigua como la humanidad. Estas figuras esféricas se pueden encontrar en casi todas las tradiciones espirituales: chamanismo norteamericano, hinduismo, budismo, e incluso en el cristianismo, con los suntuosos rosetones de sus catedrales. La práctica de Mandala es un método muy bueno para aprender la atención plena, que a menudo utilizan los practicantes. La escuela budista Vajrayana lo ha desarrollado particularmente, con el arte sagrado del mandala de arena que representa tanto el orden del mundo, el camino hacia la naturaleza del Buda y la impermanencia de la existencia terrenal.

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Libros para colorear, stencils, cursos de desarrollo personal, talleres de arteterapia …¿Sorprende que, en medio de una ola de “retorno” de la espiritualidad, reaparezca esta figura emblemática del mundo interior, como sostenida por la fuerza del inconsciente colectivo? No. Más aún desde que la historia del mandala también estuvo marcada por la psicología: el psicoanalista Carl Gustav Jung, que trabajó toda su vida para rehabilitar el alma como una realidad y no como un “aparato psíquico”, estudió los mandalas con una admiración ilimitada. .

Un círculo protector

Para Jung, por lo tanto, el mandala era una excelente herramienta de trabajo para el “proceso de individuación”, el proceso de transformación interior que conduce a la autorrealización. También había notado que el inconsciente, en sus períodos de agitación, puede empujarnos a producir mandalas, en nuestros dibujos o en nuestros sueños, en forma, entre otras cosas, de laberintos. De hecho, también se pueden utilizar para identificar trastornos emocionales. Las múltiples formas geométricas que contiene representan aspectos de la personalidad estructurados más o menos simétricamente, pidiendo sólo resonar y reconciliarse entre sí para iluminar el viaje hacia el centro del yo. La creación de un mandala también promovería, según los psicoterapeutas que han adoptado este enfoque, el estado meditativo propicio para escuchar nuestros mensajes internos. Y la experiencia es tan simple que parece una experiencia sólo para niños …

Pero, precisamente, como dijo Jung, ¿no es nuestro niño interior el más capaz de ayudarnos a encontrar el camino hacia nuestra unidad?

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Autora: Lucia Rodríguez Brines

Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.

 

 

 

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