Hoy vamos a tratar de ignorar la coyuntura actual y experimentar conscientemente la gratitud, ese poderoso sentimiento de apertura del corazón que nos hace sentir más vivos y conectados. ¿Lo intentamos?
La práctica del agradecimiento ha sido objeto de numerosos estudios. Sus beneficios son múltiples: nuestras relaciones mejoran, nuestra confianza y autoestima se fortalecen, nuestro sueño es mejor, nuestro bienestar físico y mental aumenta. Martin Seligman, investigador en psicología y pionero de la psicología positiva, a menuda afirma que “quienes cultivan la gratitud son más felices que otros”.
Cultivar el sentimiento de gratitud parece muy difícil, incluso imposible en tiempos turbulentos. Sin embargo, es en los momentos difíciles que esta práctica se hace necesaria, incluso esencial para nuestro equilibrio físico y emocional.
Cabe señalar que, sobre todo, no se trata de fomentar el orgullo porque uno está mejor o tiene más suerte que el vecino. El sentimiento de gratitud que ofrecemos para cultivar aquí consiste principalmente en tratar de apreciar como regalos, privilegios, lo que generalmente damos por sentado, debido almodo de piloto automático. Comer, poder lavarse, dormir en la cama, tener una familia, amigos … La realidad diaria no es la misma para todos, así que, lo menos que podemos hacer es apreciar la comodidad, la seguridad, la bondad que nos brinda un techo sobre nuestras cabezas y relaciones emocionales.
Algunas formas de cultivar el sentimiento de gratitud:
1. No necesitas que se te recuerde aplaudir todas las noches a aquellos que luchan al frente por nosotros. El personal de enfermería y médico, obviamente, pero no sólo, también todos aquellos que trabajan expuestos merecen este reconocimiento.
Después del aplauso, tomemos unos minutos para sentir plenamente este “gracias” que enviamos a estos hombres y mujeres que muestran coraje y desinterés. Permitámonos sentir también cómo estamos todos conectados, todos dependientes el uno del otro.
2. Haz una lista de los elementos materiales que te brindan un bienestar básico a diario. Un techo, agua corriente, electricidad, alimentos, calefacción, medios de comunicación, medicamentos … Etc.
Elige uno de estos artículos por día y tómate un tiempo para apreciar la comodidad física y / o la sensación de bienestar y seguridad que te brinda. Podría ser el agua caliente que fluye de la ducha, la comida que pones en la mesa, el momento en que te metes en la cama …
Luego, proyéctate en una situación en la que te verías privado de ella.
Este ejercicio, que se puede hacer con niños, obviamente NO tiene la intención de hacernos sentir culpables, sino hacernos más conscientes de que lo que consideramos “normal” es, con respecto a lo que millones de humanos experimentan, un gran privilegio.
3. Recuerda la cronología de tu vida y enumera todas las personas que te echaron una mano, que te hicieron confiar más en ti mismo, que creyeron en ti, que te dieron tu oportunidad. Tu familia, profesores, amigos, hombres y mujeres en tu vida profesional … No descuides la pequeña ayuda , también tiene valor. Visualiza a estas personas como si aparecieran en una pantalla, sonríe y diles gracias desde el fondo de su corazón mientras te recreas en la sensación de calor, apertura al nivel del pecho. Acomódate en este estado emocional y disfrútalo.
4. Ahora piensa en algunas personas a las que has ayudado de una forma u otra. Revive la sensación placentera que has tenido al ayudar, moral o materialmente. Esta sensación agradable, cómoda y cálida también es gracias a estas personas que lo aceptaron. Gracias por eso. No pensamos con suficiente frecuencia en agradecer a quienes ayudamos y que nos permiten dar lo mejor de nosotros mismos.
5. Escribe todas las cosas buenas que la vida te ha enviado hoy. Una llamada telefónica, un pequeño y dulce momento a la luz de tu ventana, una cálida conversación con un ser querido, una lectura o una película que te cautivó … No descuides las pequeñas cosas, son éstas, juntas , que forman un día tranquilo, feliz o simplemente confortable.
6. Convierte tu gratitud en un regalo. Puede ser un regalo concreto: llamar a personas aisladas por el confinamiento, dar dinero, … También puede ser un regalo espiritual, como una visualización inspirada en el budismo tibetano. Esta meditación de compasión es una forma de oración. Consiste en visualizar personas vulnerables o que sufren, lugares de sufrimiento y enviarles luz desde tu corazón. Por ejemplo, podría ser un hospital que envuelves mentalmente en azul claro, blanco o dorado. Esta luz envuelve el edificio y penetra en su interior mientras deseas coraje y curación a quienes están allí.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que.existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
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