Los economistas han sido seducidos por la idea de que más riqueza, más renta y más bienes conllevan una realidad social con unas condiciones de vida mejores, más bienestar y más felicidad. Las personas que disfrutan de niveles de renta elevados pueden acceder a bienes y servicios que no están al alcance de todas las personas. Dicho de otra forma: la economía asume que el bienestar material es un requisito previo de bienestar y felicidad y que las mejoras en ésta se relacionan estrechamente con cambios en el poder adquisitivo.
Los políticos han asumido esta idea y en consecuencia, la evolución del PIB continúa siendo objetivos nucleares en política económica. Sin embargo, estemos de acuerdo, o no, con la hipótesis de que a mayor riqueza material, más felicidad, numerosas investigaciones que se han realizado en las últimas décadas en economía y ciencias sociales ponen en tela de juicio esta afirmación, las llamadas “paradojas de la felicidad”. Estos estudios se realizan entendiendo que necesitamos ideas nuevas para mejorar el bienestar de la población Las preguntas de difícil respuesta que se formulan las investigaciones son: ¿Qué factores contribuyen al bienestar?, ¿Cómo medir el bienestar?, ¿Qué medidas de política económica reportaría una mejora en el bienestar y la mayor felicidad de la ciudadanía?.
Conclusiones experimentales: ¿el dinero es la base de la felicidad?
Recojo las siguientes conclusiones de un trabajo de revisión de Ansa Eceiza, M.M (2008). ECONOMIA Y FELICIDAD: Acerca de la relación entre bienestar material y bienestar subjetivo.. En XI Jornadas de Economía Crítica, Bilbao.
- En un tiempo y país determinado la correlación entre renta y felicidad existe y es evidente
- Al comparar los países entre sí NO se confirma que los países ricos sean más felices que los pobres y, dentro de los ricos, a partir de ciertos niveles de renta los aumentos en ésta no conllevan aumentos sustanciales en los niveles de felicidad.
- Cuando se evalúa la evolución del nivel de felicidad a lo largo del tiempo para los países desarrollados éstos parecen haberse estancado
RAZONES POR LAS QUE NO ESTÁ REÑIDO ECONOMIA Y FELICIDAD
- Easterlin justificó que la economía no esté reñida con el nivel de felicidad a partir de su teoría teoría del set Point o adaptación hedónica. Esta teoría señala que cada persona posee unas características más o menos innatas (genéticas) y que en base a estas características quedará vinculado a un determinado nivel de felicidad que apenas variará a lo largo de toda su vida. Cuando el nivel de poder adquisitivo, de renta, aumenta y con ello la cantidad y calidad de bienes que se puede permitir la persona, se produce un aumento de bienestar subjetivo durante un tiempo para (una vez habituados a la nueva situación), volver al nivel de satisfacción de la persona (set point). Por ejemplo, si una pesona tiene un nivel de felicidad de 7, si le toca la lotería, este nivel de felicidad puede ascender a 10 para después estabilizarse de nuevo en el 7.
2. Otro factor explicativo hace referencia a las características de los bienes. El economista Sir Ralph Hawtrey describió dos grandes clases de objetos de consumo: por una parte, los productos destinados a esquivar o remediar los dolores, los daños o el malestar y por otra los productos destinados a proveernos de alguna satisfacción positiva. En otras palabras, productos defensivos y productos creativos. Aunque a veces el mismo producto se incluye en ambas clases, por ejemplo, los alimentos, que se necesitan para protegernos del hambre, la debilidad, pero a la vez, hay diferentes clases de alimentos orientados a dar al consumidor una satisfacción positiva.
Se ha detectado en los últimos años un aumento del consumo de productos del componente defensivo en el crecimiento del PIB. La explicación al respecto se basa en que el fomneto de las características personales requeridas para tener éxito en un contexto globalizado y competitivo (movilidad, egoísmo…) han conllevado unos costes sociales (daño medioambiental, delincuencia, pérdida de confianza, deterioro en las relacionales familiares, estrés…) que obligan a fabricar bienes defensivos compensatorios en cantidades cada vez más elevadas.
Conclusiones finales
Las investigaciones más recientes revisadas coinciden en que el crecimiento de la renta no garantiza mayores niveles de bienestar subjetivo (variable estudiada en experimentación, en lugar de “felicidad”, término algo más dificil de concretar) a causa de la adaptación hedónica (set point, entre otros factores.
A partir de estas conclusiones puede justificarse una intervención del Estado en economías de mercado desarrolladas en las que el crecimiento del PIB no acarrea mejoras significativas en la felicidad de la población. La intervención del Estado tendría como objetivo posibilitar que la ciudadanía sea más feliz promoviendo los factores que se ha comprovado que influyen positivamente en los niveles de felicidad y tratando de disminuir o erradicando los factores que influyen negativamente en las mismas.
Según la evidencia empírica, los factores que más contribuyen a los niveles de bienestar subjetivos son los siguientes:
a) el empleo, su calidad y las circunstancias en que se desempeña el trabajo. Los estudios al respecto muestran que el desempleo y la mala calidad laboral son los factores que causan más infelicidad. Por lo tanto la política económica cuyo objetivo último sea mejorar los niveles de felicidad tendría que encontrar el empleo de la población en su totalidad pero con una disminución de la jornada laboral aunque ello represente crecimientos inferiores en la cifra del PIB y en la productividad por empleado. En este sentido, las medidas dirigidas a abaratar el despido, aumentar la jornada laboral, estimular la movilidad (geográfica o funcional), serían medidas incongruentes con la persecución de dicho objetivo.
b) la vida familiar armoniosa y las relaciones sociales se muestran también como fuente importante de felicidad. Independientemente de la habilidad de cada persona para establecer vínculos sociales es una observación evidente que se precisa tiempo para tener vida familiar y social. Por tanto las medidas de “ayuda a la familia” que consisten en abrir más días y más horas los colegios y las guarderías para poder compaginar trabajo y vida familiar no serían medidas adecuadas para impulsar los vínculos sociales, a pesar de que hoy en día muchas familias necesiten este tipo de servicios para cumplir con su horario laboral También nos podemos referir los problemas con ell cuidado de los ancianos, un problema que todavía no tiene una solució. Se precisa tiempo y sólo es posible trabajando menos, trabajando todos y creciendo menos.
c) la salud, la educación, la vida política y los valores comunitarios. La política económica tiene un objetivo más importante todavía: suprimir la infelicidad.
Un sistema educativo menos obsesionado por la creencia de que la vida es una lucha competitiva y que integre y promueva, en la teoría y en la práctica, valores como la confianza, la solidaridad y el altruismo sería una buena vacuna contra la infelicidad.
La mentalidad cooperativa y un concepto claro del bien común no surgen espontáenamente y el sistema educativo puede ser uno de los instrumentos más eficaces de este aprendizaje.
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