La verdad es que cuando uno sufre mucho puede darse cuenta de que parece que nos guste sufrir, ya que no nos permitimos estar tranquilos, dejar pasar experiencias dolorosas.y continuar con nuestra vida. Y nos frustramos mucho si nos damos cuenta de esto, porque pensamos : “si yo quiero ser feliz, ¿por qué no dejo de pensar en negativo?”.
Lo cierto es que sentimos una increíble atracción por estar ocupados, aunque sea pensando cosas negativas. Es como un entretenimiento. No sabemos parar, soltar, restar importancia y….respirar. Sí, respirar, porque la respiración es la base de todo comienzo real por abrirnos paso a la felicidad.
La respiración se emplea a veces en un contexto de relajación en psicología, y esto ofrece un remedio temporal a pensamientos o ideas que nos aturden, o a dolores físicos que nos abruman. Pero la respiración se emplea también como objeto de meditación en mindfulness. La conciencia de la respiración nos permite poco a poco aprender a soltar, como decíamos, esos viejos pensamientos que te estaban estropeando el día, o esa obsesión por un dolor físico que te impedía ir a disfrutar del aire libre.
Muchas son ya las personas que practican alguna práctica de meditación con la que están aprendiendo a soltar, a dejar marchar los pensamientos, y los dramas emocionales. (¡Aunque parece que nos gusten, ya que no dejamos de preferir pensar sobre ellos antes que gozar de las experiencias del momento!).
A medida que uno practica meditación, la conciencia del presente, el “soltar” que decíamos, cambia internamente. Empieza a encontrar la felicidad interior.
¿Cuáles son los signos del avance en un meditador?
- Simplifica
- Está feliz estando solo (disfruta tanto la soledad como la compañía)
- Disfruta el silencio
- No hace planes
- Siente contento
Otros signos:
- Eres más consciente cada vez de la impermanencia
- No intentas hacer permanente lo impermanente
- Renuncias al hábito de añadir y justificar
- Te centras en ti
Las emociones negativas
No hay que subestimar los fuertes lazos que uno tiene con sus hábitos (en unos es la arrogancia, en otros el enfado, en otros la pereza…). Todos nos enganchamos al drama emocional. El drama emocional viene a ser el hecho de permitir a nuestra mente que exagere, que narre historias sobre nuestras experiencias.
¿Cómo superar el apego a las emociones negativas? Simplemente abandonándolo y centrándonos en el momento presente.
Conciencia que fluye hacia el exterior
Los grandes meditadores otorgan mucha importancia al hecho de estar solo con uno mismo. Esto nos permite darnos cuenta de la cantidad de veces que fluimos hacia el exterior.
La conciencia que fluye hacia el exterior es nuestro modo disfuncional de nuestra mente. Si, por ejemplo, estás cansado, la conciencia que fluye hacia el exterior permite que el cansancio se apodere completamente de ti (has entrado en juicios, rumiaciones..alejándote del momento presente, de tu respiración y cuerpo aquí y. ahora). Es ese tipo de conciencia que va detrás de las sensaciones, emociones, pensamientos…se caracteriza por la EXAGERACIÓN. A mayor neurosis, mayor exageración. Al darnos cuenta de esto, tiene que nacer la repulsión por seguir haciendo eso. Cuando hablamos de observar la mente, se trata de observar ese patrón.
Meditar comienza con observar y elegir
Así pues, cuando estamos solos y observamos nuestra mente, nos damos cuenta de todas nuestras sensaciones, pensamientos… “mi mente está inquieta”, o “tengo sueño”, etc. La observación apela a tomar conciencia, a reconocer nuestrso estados de ánimo, siempre cambiantes, y, a veces, fascinantemente complejos.
El primer beneficio que se desprende de esta observación es que nos brinda una ELECCIÓN a nosotros mismos. Se puede elegir por ejemplo cambiar de actitud: “bueno, observo que estoy cansada, voy a relajarme un poco”. Es cuidarse a uno mismo. Coherencia y autoconocimiento.
Ahora bien, ¿cuánto deberíamos hacer esto antes de empezar a meditar?.
Hasta aquí hemos descrito la necesidad de OBSERVAR y ELEGIR. La verdadera meditacón se inicia cuando nuestra mente se aquieta, es decir, deja de emitir constantes juicios sobre tus experiencias internas y externas. Permite que todo surja y desaparezca, sin apegarse o rechazar ninguna experiencia. La mente regresa a su estado natural. Y des de ese estado ya no ansía y desea, sino que está relajada y permite y acepta. Morar en ese estado es meditación.
Si te ha gustado este artículo y deseas compartirlo con quien consideres, adelante. Y si estás interesad@ aprender un método de observación como el mindfulness, puedes consultar nuestros cursos y talleres o solicitar + info por email, teléfono o whatsapp a 678 109 202 / info@psitam.com
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!