El amor de pareja es un sentimiento, un estado estable de satisfacción por estar con la persona elegida. Ese sentimiento da vida a todos los pensamientos y las conductas dentro de la relación. Una pareja estable, que se ama, siente emociones intensas hacia el otro (deseo, entusiasmo, ilusión), pero lo más frecuente son sentimientos de confianza, admiración, complicidad y bienestar al pensar en el ser amado. También existen, naturalmente, sentimientos de duda, algunos enfados y algunos conflictos, pero una pareja que se ama excepcionalmente pierde el respeto al otro, y suele mantener ciertas normas de convivencia.
Hay parejas que se sienten intensamente satisfechas en su relación, la clave es mantener ese logro a lo largo del tiempo. Pues una pareja satisfecha puede estarlo durante una noche y perder todo lo ganado al día siguiente o pueden permanecer unidos una pareja que en realidad no se estiman, pero les conviene estar juntos de una u otra manera. Así pues, ese sentimiento de satisfacción con la pareja debe mantenerse estable a largo plazo para que pueda hablarse de verdadero amor.
Tres requisitos en la relación
Des de la óptica de la terapia de pareja, para que dos personas se sientan felices en su relación, ésta debe reunir algunas características.
- El primer requisito es cultivar un equilibrio siempre equitativo entre lo que se da y lo que se recibe. Así, ambos miembros de la pareja se sienten atendidos y cómodos con un reparto equitativo y justo de amor y afecto. En determinados momentos, uno de los dos puede tener menos capacidad de dar, a causa de problemas de salud o de otro tipo; pero lo mismo puede ocurrirle al otro miembro en cualquier otro momento de la vida. Así pues, aunque existan épocas en que se rompa ese equilibrio, lo óptimo es mantenerlo a largo plazo.
- Que el intercambio de conductas entre la pareja sea principalmente positivo es el segundo requisito. Sin duda, es necesario que existan más aspectos positivos que negativos. Es complicado mantener una relación en la que no soportas al otro/a o aguantas más cosas de las que se disfrutas.
- El tercer requisito es que lo positivo que cada uno aporta al otro tenga relación con sus gustos y necesidades personales. Es decir, tener esos detalles que significan estar atento a las ilusiones y a la personalidad de la pareja es muy distinto a la actitud fácil de “cumplir con las normas sociales de la pareja” (regalos en fechas señaladas,, etc).
Los tipos de amor
Existen razones por las que una pareja se une y permanece unida una vez transcurrida, si es que ha existido, la etapa de enamoramiento.
Observando distintas parejas, nos podemos dar cuenta de que su forma de interacción es idiosincrásica, característica de cada una. John Alan divulgó que toda persona tiene tres necesidades básicas en el amor que necesita satisfacer: compañía, recreo y pasión. Basándose en ellas diferenció 6 tipos de amor:
EROS: es el amor caracterizado sobre todo por el componente erótico, sexual. Este tipo de amor se precipita de forma rápida, pero también desaparece con la misma facilidad. Simplemente cambian las inclinaciones.
STORGE: este amor se inicia por el afecto, la simpatía mutua y la amistad. Es un tipo de relación lenta, tranquila, sólida y no tan pasional.
LUDUS: la diversión, la sorpresa, el entusiasmo, son los ejes principales de la relación. Se busca mucho para compartir, el clima entre los dos es festivo, pero este amor no tiene solidez y no suele sobrevivir a las dificultades que puedan surgir en la vida.
MANÍA: es una relación muy apasionada, intensa e impetuosa, se experimenta como si el mundo se acabara, con total exigencia de entrega por parte de los dos miembros de la pareja.
PRAGMA: es un tipo de relación controlada y práctica. Se caracteriza por el interés. La persona amada debe reunir una serie de requisitos.
ÁGAPE: esta manera de amar se relaciona con una idea cristiana de la relación. La bondad, la entrega, el sacrificio, la paciencia y la comprensión son sus ejes principales, pero suelen responder más a un ideal que a una realidad.
Lógicamente, lo óptimo es tener y cultivar los aspectos positivos que tiene cada tipo de amor y , si bien no todos surgen espontáneamente, intentar que en la relación estén presentes en algún momento todos ellos.
Si queremos ser felices no nos podemos limitar a esperar que nos quieran. Hemos de prestar atención a lo que damos y responsabilizarnos de la felicidad del otro miembro de la pareja. Si él o ella se siente querido, se sentirá motivado a cuidarnos y querernos a nosotros. Así pues, si deseamos recibir más, hemos de empezar a dar más.
Si las cosas no funcionan en la relación es preferible recordar que la crítica negativa puede provocar desgana, apatía y pesimismo. Lo más probable es que ante la crítica nos pongamos en defensa, nos justifiquemos o ataquemos. Siempre es preferible la crítica constructiva, que se orienta a las soluciones, al futuro en lugar del pasado y en la preocupación por la otra persona. Se ha comprobado que las conductas negativas en una pareja disminuyen a medida que se incrementan las conductas positivas.
Lo óptimo es mantener una actitud asertiva: es decir, cuidar los derechos de la otra persona, sin renunciar a los propios derechos. Por eso hay que hablar de los problemas, hay que lograr una solución para que las dos personas se sientan satisfechas. No es prudente renunciar por norma de forma pasiva, ni intentar siempre ganar. No es ningún combate. Hay que procurar cultivar la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, procurar pensar y sentir como él, para entender su estado de ánimo, sus reacciones y sus necesidades.
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