En este post quiero trata un tema crudo y descorazonador: la sensación de soledad. En pleno siglo XXI, era digital y de la globalización, sucede un fenómeno curioso y paradójico… cuántas más posibilidades de interacción social a través de las nuevas tecnologías menor interacción social real. La soledad ha venido fomentándose curiosamente alienándonos sin apenas percatarnos a través de los smartphones, el automóvil, internet… etc. Esto no significa que no debamos aprovechar las ventajas que nos ofrecen los avances tecnológicos, pero sí que debemos tomar conciencia de este efecto colateral y trabajar para que no se instaure en nosotros mismos ni en la sociedad.
Soledad tecnológica
¿Cómo lograr esto? No es una cuestión de hoy para mañana ni de ser radicales y dejar de utilizar el teléfono, etc, pero sí que con algunas pequeñas adaptaciones podemos promover más contacto social directo, real, que es el que genuinamente nos alimenta. Ejemplos de medidas: cuando estés con algún amigo/s no atiendas al whatsapp, vincúlate con la persona, concédete estar presente y sentir e interesarte por el otro. Si tienes la posibilidad de trabajar o estudiar con más personas –en una biblioteca- en lugar de en solitario en casa, promuévelo en algunas ocasiones a la semana. Resérvate temas importantes para tratarlos cara a cara con las personas, ya que la esfera virtual no permite una comunicación natural y rica en detalles. Déjate espacios sin tecnología, contacta contigo: cómo te sientes en este momento presente.
Soledad como emoción o estado de ánimo
Muchas personas se sienten vulnerables al estar solas. La soledad se puede manifestar de muchas formas, uno se puede sentir solo cuando se encuentra literalmente solo, sin compañía, por ejemplo cuando te has quedado solo en casa todo el día. Pero también se experimenta soledad aun estando rodeado de otras personas; puedes sentirte solo en el sentido de incomprendido, de no mostrarte como eres en realidad ante los demás.
La soledad aparece también en personas a quienes les cuesta expresar sus emociones negativas y más íntimas: miedo, tristeza, frustración, desesperanza, culpa… Para estas personas lo natural es no expresar su miedo ni su rabia, etc. Piensan que no es correcto experimentar estas emociones o compartirlas con las demás. Muy probablemente lo adquirieron en la infancia (quizás por modelado de los padres, es decir, sus progenitores también ocultaban o no expresaban sus sentimientos con claridad). Estas personas se ocultan cuando experimentan emociones negativas, prefieren retirarse, aislarse, no decir claramente lo que piensan y sienten (por ejemplo: estoy sufriendo porque esto me ha dolido, me duele esto otro, esto no me gusta, prefiero esto otro, me hace sentir mal aquello, estoy recordando algo que me duele ahora mismo,…etc). Esta habilidad apela a nuestras habilidades de inteligencia emocional e interpersonal, y ambas están directamente influidas por nuestra autoestima.
Las personas que presentan problemas de autoestima se autocritican, tienen una imagen negativa de sí mismas, no son conscientes de sus virtudes, se comparan frecuentemente, se dejan invadir por sentimientos negativos y pesimistas, etc. Y estas personas no pueden ser asertivas debido a sus miedos al abandono, la crítica, juicio o rechazo. Así pues, a veces prefieren no oír sus emociones que les guían y advierten de situaciones en las que deben expresar sus preferencias o negarse a una petición o mostrar su opinión.
Claves para reducir la ansiedad y la baja autoestima
Nos sentiremos más relajados si asumimos que nuestras emociones negativas forman parte de nosotros pero que no nos definen como personas, que son cambiantes y pasajeras, como el clima.
También hemos de admitir y repetirnos como un mantra que no somos perfectos….ni tampoco perfectamente buenos y puros. De esta manera no sentiremos tanta necesidad de escondernos, puesto que nos bajamos el listón. Si no tengo que aparentar ser perfect@ me puedo relajar y mostrar como soy….ME ACEPTO. Y como todo cambio psicológico es una calle de doble vía…comienzo a aceptar a los demás también.
La soledad nos invita a crear una buena relación con nosotros mismos. Y ésta empieza por cuidar de nuestros pensamientos, emociones y acciones. Los pensamientos se refiere a nuestras creencias, habilidades de resolución de problemas, gestión emocional… Todo pensamiento se refleja en la emoción y la emoción en el cuerpo. Es una cadena. Cultivando una buena autoestima –trabajando sobre la autocrítica por ejemplo-, la resolución adaptativa de problemas –por ejemplo empleando el humor, el apoyo social, la reinterpretación positiva, etc-.
Me siento mal con mis pensamientos y sentimientos
Hola Alex,
Esto que dices le sucede a más personas de las que crees, puede tener relación con muchos aspectos psicológicos, temas de autoestima, de ansiedad…
Se puede abordar modificando creencias erróneas o irracionales sobre tus propios pensamientos (como : “los pensamientos que tengo definen lo que soy y demuestran que soy así”.
También se puede abordar modificando la relación que tienes con tus pensamientos mediante técnicas de “dejar pasar” (atención plena -mindfulness-).
La relajación puede ayudarte también.
En definitiva, tienes distintas opciones para poder sentirte mejor con tus contenidos mentales y con tu propia mente.