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Muchas parejas que se lanzan a la gestación de un hijo lo hacen repletos de ilusiones y esperanzas pero también de creencias y mitos que no se corresponden después con la realidad, con la consecuente aparición de un desbordamiento por parte de la madre al encontrar con situaciones que no siente que la hubieran preparado ni advertido.

De repente las mamás primerizas toman conciencia de que no se las había preparado para la difícil y exigente labor de ser madre. Sólo habían escuchado comentarios como que “ser madre es un milagro”, “no hay nada como ver crecer a un hijo”, “una experiencia increíble”…etc. Todo ello promueve una mitificación de la maternidad. Esto tiene una serie de consecuencias psicológicas negativas. Pueden experimentar culpa al sentirse desbordadas o no lo suficientemente felices como se les supone que deberían estar. Todo ello acarrea problemas de estrés y ansiedad, problemas con la pareja, entre otros.

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La mejor forma de prevenir este desajuste psicológico es conocer los pros y contras de tener un hijo, abrir los ojos a la realidad del caso. Tener un hijo implicará una gran labor y modificará tu cerebro convirtiéndote en una persona que no piensa sólo en sí misma ahora, piensa por dos.

También hay que tener presente que no debemos tener un hijo para buscar nuestra propia felicidad, creyendo que nos va a aportar la felicidad o la alegría que nos falta, pues entonces nos decepcionaremos por no hablar de las consecuencias que tendrá para nuestro nivel de estrés, ya que nuestra motivación sobre todo estaba centrada en nosotros mismos y nuestro resultará una responsabilidad que no habíamos ni previsto.

Tener un hijo no te aportará el paraíso terrenal o la felicidad suprema, aunque obviamente te suministre alegría e ilusión y esperanza durante unos meses e incluso años, pero después –tal y como advierten los estudios sobre la felicidad de la psicología positiva– tu nivel de felicidad retornará a los niveles normales y naturales en ti (sucede algo muy parecido cuando nos toca la lotería, en que se incrementa nuestro nivel de felicidad por ejemplo de 7 a 10 pero al cabo de poco tiempo volvemos de nuevo al 7).

Por tanto en resumen no debemos esperar que tener un hijo nos sitúe en un nivel de felicidad por encima del que tenemos. Debemos ser conscientes que si lo hacemos será un cambio fundamental en nuestra psicología (pensar en dos en lugar de yo únicamente). Y que representará una auténtica inversión y volcado de energía, aunque obviamente las alegrías que nos otorgará serán múltiples debido a la energía del amor desinteresado maternal que fluye por nuestro corazón y que nos llena de felicidad, al tratarse de una actitud de apertura del corazón.

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Otro punto importante consiste en prevenirse psicológicamente para mantener tus diferentes aspectos de mujer. No perderse únicamente en el rol de madre, sino mantener una mirada interior, no perder el contacto contigo misma… continuar dedicándote tus momentos de ocio, salud, autocuidado, cuidado de tus relaciones, etc. No hay que renunciar a partes de ti que son saludables y legítimas conservar y continuar cultivando.

 

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