¡Deja de luchar!, acepta
Metáfora del tablero y las fichas
En este post presento una metáfora muy conocida en el ámbito de la psicología humanista y que se suele emplear con frecuencia para describir de qué manera los clientes interpretan los eventos negativos.
Sirve para explicar la lucha entre los pensamientos positivos y negativos
Metáfora del ajedrez: imagina un tablero de ajedrez donde hay fichas blancas y negras en mitad de una partida. Las fichas blancas serían los pensamientos “positivos”, es decir, aquellas cosas que nos gusta pensar. En cambio, las fichas negras son los pensamientos, sentimientos, etc, contra los que luchamos y rechazamos, y que queremos sacar de nuestra vida.
Teniendo la situación así planteada en la imaginación te pregunto… ¿quién eres tú en este tablero de ajedrez?
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Tal vez has contestado que eres las fichas blancas. Si ha sido así, te pediré que pienses alguna otra alternativa. Si no fueras las fichas blancas ¿quién podrías ser? …….
Tal vez podrías ser el tablero que permite jugar en la partida tanto a las fichas blancas (los pensamientos, emociones, etc. que nos agradan) como las negras (los que no nos agradan). Todos tenemos tanto aspectos “blancos” como “negros”, no podemos ser solamente las fichas blancas. Hasta ahora, tal vez algunos hemos entendido que debemos jugar al juego de ajedrez intentando que las fichas blancas ganen la partida; pero esta manera de jugar ha sido poco eficaz y nos habrá reportado más pesadumbre que bienestar, ya que cuanto más hemos querido hacer triunfar las blancas, las negras más se resistían a desaparecer.
Esta metáfora que se acaba de explicar nos sirve para cambiar la visión que tenemos de nuestras emociones o pensamientos “negativos”, aquellos aspectos de nuestra experiencia que tanto nos molestan.
A continuación se transcribe un diálogo terapeuta-cliente a propósito de esta metáfora:
DIÁLOGOS TRAS LA METÁFORA DEL AJEDREZ (o “del tablero y las fichas”)
Terapeuta: Ahora, déjeme preguntarle, en este ejemplo del tablero y las fichas, ¿quién es usted?
Cliente: Las fichas
Terapeuta: Pero usted pelea contra unas fichas que también están en usted. Entonces, ¿usted pelea contra usted mismo?
Cliente: Es lo que he hecho siempre, pelear, soy el jugador.
Terapeuta: Suponga que usted no es ninguna ficha en particular ni tampoco es el jugador; entonces, ¿quién sería?
Cliente: No sé.
Terapeuta: ¿Pueden existir las fichas sin tablero, las que le gustan y las que no?
Cliente: No, claro…entonces, soy el tablero.
Terapeuta: Desde luego, ¿dónde estarían las piezas, sus pensamientos, sin usted para darse cuenta de que ellas están?… Las piezas no pueden existir sin usted. Ellas no le sujetan, mejor es usted quien las mantiene a todas. Tenga en cuenta que desde la posición de tablero la guerra entre las piezas realmente no importa, da igual que estén situadas de un modo que de otro. El tablero no cambia. Es más, siendo tablero, usted puede ver todas las piezas, estar en contacto muy cercano con las piezas y ver cómo se mueven. Y además, usted puede moverse en las direcciones que son valiosas para usted mientras ve tales piezas y sus movimientos.
Después de este introducir esta metáfora en terapia o en cualquier contexto terapéutico, la pregunta lógica que acontece después es….cómo conseguir mantenerse al nivel del tablero.
El siguiente diálogo explicita el caso de una cliente que luchaba con sus pensamientos de culpa, de verse imperfecta, etc…:
Cliente: Y ¿cómo consigo ser siempre el tablero?
Terapeuta: No lo sé, pero dime ¿en qué dirección va el buscar algún mecanismo que le mantenga siempre como tablero? ¿Para qué quieres estar siempre al nivel del tablero?
Cliente: Está claro, para no tocar las fichas…, para estar segura de que esos pensamientos no me van a hacer daño, para no sentirme mal, para acabar con esto.
Terapeuta (cuidadosamente interrumpe esta cadena de razones): Ya, buscar eso ¿es algo familiar para ti?
Cliente: Sí, es lo mismo de siempre, buscar algo para no volver a tener esto nunca más.
Terapeuta: Y tú lo sabes bien, ¿cómo te ha ido? ¿qué te dice tu experiencia cuando has tratado por todos tus medios de no volver a tener esos pensamientos, esos recuerdos, esas sensaciones…?
Cliente (llorando): Entonces, tampoco voy a conseguir ser tablero siempre.
Terapeuta: De eso se trata; si en un momento te peleas con las fichas, intentas controlarlas y te das cuenta y sabes por tu experiencia dónde te conduce eso, ¿qué puedes hacer?
Cliente: Dejar de pelear con las fichas. Saltar de ahí y ponerme como tablero.
Terapeuta: Sólo una cosa es segura: cuanto más practiques ese “salto”, más habilidad tendrás para situarte al nivel del tablero cuando estés enfrascada con las fichas. Es como practicar con la bici. La práctica te hace hábil pero no te garantiza que no te caigas. Nadie puede garantizar si uno se va a caer de la bici, se cae incluso el ciclista más experto. Pero si uno se cae, si uno se encuentra al nivel de las fichas, sólo tienes que saltar como tú dices, y eso se consigue con la práctica de darte cuenta de que estás haciendo caso a las fichas, peleando con ellas y, entonces, abandonas la lucha, las dejas, y te resitúas en la dirección elegida (pausa). Y luego, cuando otra vez te veas iniciando la lucha, sólo tienes que abandonarla. La práctica es darte cuenta de que estás peleando con las fichas. Es darte cuenta de que al hacer caso a los pasajeros de tu autobús te has salido de la carretera, pero como tú eres quien conduce, sólo tienes que girar el volante en la dirección conveniente para ti. Eso sí, oyendo a todos los pasajeros, a los que te animan y a los amenazantes y críticos que te desaniman (pausa).
¿Qué pasajeros tienes ahora, qué fichas andan por ahí (pausa)? Da dos pasos hacia atrás y contémplalas desde el tablero.
Cuánto más desees apartar las fichas negras o los pensamientos negativos (que te molestan) de tu vida, más presentes se harán.
La solución pasa por “hacer clic” y ver que es natural que habiten en toda persona humana esta dualidad: fichas blancas y fichas negras. No escandalizarse ni perder la calma cuando las negras desean aparecer. Comprender que tienen el mismo derecho que las blancas a hacer movimientos sobre el tablero.
Unas no te definen más como persona que las otras.
Si estás teniendo problemas para poner distancia con tus pensamientos y te sientes triste con frecuencia, no dudes en solicitar ayuda de un profesional para que podamos guiarte un poco allá donde más lo necesites.
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