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Cambiar la forma en que te miras, reír y hacer reír a la gente: el humor tiene su lugar en la terapia. Ser capaz de burlarse de sí mismo demuestra que uno ha ganado en flexibilidad psíquica y ha sido capaz de establecer mecanismos de autocuración. Por un lado, actores cómicos que les permiten una “salida psíquica”: ,Ben Stiller y Jim Carrey revelando que su bipolaridad ha sido la sal de su arte. Por otro, psicoterapias que pretenden ser menos austeras.

Podemos ver que el humor ahora encuentra un lugar esencial en muchos métodos. No es de extrañar: ser capaz de reírse de uno mismo demuestra que ha tomado cierta distancia y ha pasado de lo peor a lo “no tan malo”.

Como Groucho Marx, a quien se le ocurrió una de las mejores frases para expresar baja autoestima: ¡No soportaría entrar en un club que me aceptara como socio! En una pirueta, había logrado hacer aceptable su malestar.

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¿Es la burla de uno mismo una clave en la psicoterapia?

Donde el cinismo sólo conduce al juicio y la falta de compromiso en la vida, la alegría y el humor propio revitalizan y permiten que uno se levante para tomar decisiones.

Para ser  terapéutico, este humor toma caminos como los de la autenticidad y la benevolencia. La burla de uno mismo requiere primero un excelente conocimiento de uno mismo. Quien se ríe de sí mismo sabe lo malhumorado, cobarde o arrogante que es. Cualesquiera que sean sus defectos, no los niega, sino que los acoge y los hace conscientes. Los ansiosos son precisamente los más adeptos a desarrollar este discernimiento sobre sí mismos: Teniendo el control, son capaces de vigilar sus pensamientos angustiados y ponerlos en escena … El prototipo de este talento neurótico es Woody Allen. Por otro lado, dice, los pacientes con depresión o psicosis no pueden ser candidatos para burlarse de sí mismos.

 

Esta autoconciencia, Aurora Clemente, enfermera de 34 años, ha logrado adquirirla a través de dos años de formación en una escuela de payasos. “Al principio, en esta clase, no buscaba nada terapéutico”, dice. Pero, aprendiendo a hacer reír a la gente de mis debilidades, tuve que profundizar … Y allí encontré muchas peculiaridades reprimidas. Su lentitud, su tendencia a distraerse, su lado” muy serio “, hacía de los rasgos cómicos de su personaje, Dafne, su” versión burlesca de mí “en el escenario.
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Audrey ha aprendido durante muchos meses a “mostrar todo lo que solemos esconder en la vida cotidiana y apreciar su potencial. Porque saber conmover a los demás con sus defectos puede convertirse en un tesoro. Fomenta una relación auténtica “Yo, que siempre tuve muchos tics con los que luché a lo largo de mi adolescencia, descubrí que conmovía especialmente al público cuando los enfatizaba”, dice Aurora. Lo que me hizo sufrir se ha convertido en un regalo.
Para lograr esta transformación casi alquímica y aceptar lo que uno rechaza de sí mismo, nada mejor que compartirlo habilitado por la risa. “Este“ atajo emocional ”, como lo definió Freud, es una herramienta formidable. Reírte de ti mismo con otro te permite tocar la vulnerabilidad de todos los humanos. El payaso, como el que muestra sus debilidades sin barreras, despierta ternura. Podemos promover esta burla de nosotros mismos en la sesión. Pero, para lograrlo, el terapeuta no debe dudar en demostrar que él también es capaz de asumir su singularidad: “Como esa chaqueta roja chillona que llevo esta mañana, o mi fregona despeinada”.
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Por ejemplo, incluir el humor en la sesión  con un enfoque más artístico puede ser que el terapeuta toque la guitarra, cante o invite a cantar… Mezcladas con una verdadera empatía, estas sorpresas promueven una relación auténtica, en sí misma terapéutica. A continuación, se establece un marco tranquilizador para que el humor despliegue sus efectos beneficiosos. Se sugiere durante la sesión “hacer el helicóptero”, es decir, ganar altura sobre los objetos de sufrimiento.

Deja ir tu ego

A veces sugiero al cliente que llame a sus personajes internos sintomáticos por un nombre. Entonces puedo decirles: “Oye, es el regreso del obsesivo Gerard hoy”, o el quejumbroso Raúl … Nos reímos juntos y la sesión puede seguir adelante.

Haber compartido tus defectos, en un taller o en una sesión, es la puerta abierta a la aceptación. Como el payaso que, poniéndose la nariz roja, está dispuesto a pasar a otra dimensión de sí mismo: vuelve a ser el niño, el auténtico ser bien anclado en su cuerpo. El que es capaz de burlarse de sí mismo se suelta en su ego y en su imagen; y sabe que no hay nada que perder porque así lo amamos. Así, el autodesprecio es sustituido por la profunda aceptación de uno mismo. Quien se atreva a decir su verdad puede abandonar ciertos estándares que lo obstaculizaron.

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Piensa en Charlie Chaplin y el maravilloso payaso que interpreta. Demuestra que podemos confiar en que nuestros sufrimientos renacerán más libremente. Un faro para quien sabe que a veces nada es más serio que una buena carcajada.

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Autora: Lucia Rodríguez Brines

Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.

 

 

 

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