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¡Casi once meses los esperamos! No es de extrañar que las vacaciones de verano sean objeto de todos nuestros deseos, de nuestras fantasías. A veces demasiado, por cierto. ¿Cómo no generar expectativas en exceso? ¿No esperes demasiado, para no volver decepcionado? El consejo del psiquiatra Michel Lejoyeux para reducir la presión y sacarle el máximo partido.

Riesgo número 1: querer hacer demasiado

Disfrutar de la familia pero también de los amigos, descansar pero también salir más y volver a hacer deporte, encontrar tiempo para leer, visitar nuevos lugares, dar largos paseos por el bosque …En ocasiones las responsabilidades cotidianas nos obligan a sacrificar el ocio y las actividades placenteras, de manera que eí que en vacaciones es tentador querer recuperar el tiempo perdido.

Pero para Michel Lejoyeux, profesor de psiquiatría, los horarios sobrecargados que generamos en vacaciones esconden algo más: “En las vacaciones, la ruptura con nuestra rutina ya no nos da aporta el anestésico de estar constantemente ocupados, trabajando, cumpliendo tareas. Todas las ocupaciones de las que nos quejamos nos impiden entrar en contacto con nosotros mismos. Nos impiden confrontar lo que, en nuestros pensamientos o nuestras emociones, nos puede poner ansiosos. Las vacaciones nos privan de esta protección, lo que puede resultar un poco inquietante. Algunas personas rechazan el concepto de inactividad. Esto se denomina: Neurosis del pequeño domingo y Neurosis de las grandes vacaciones de verano.

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Porque nos valemos de todos los recursos para cubrir este vacío (muy a nuestro pesar, a veces, pero es inconsciente). Hay quienes se marchan de vacaciones con algunos archivos de oficina en sus maletas; otros que no pueden desconectarse de sus teléfonos y tabletas. Y otros, esto es aún más sutil, que desvían actividades aparentemente poco profesionales (deportes, ocio, turismo) hacia un modo profesional.

El consejo de Michel Lejoyeux: “El objetivo de las vacaciones es experimentar el vacío, la desaceleración. “Un país donde no me aburro un poco no me aporta nada“, dijo Albert Camus. De vacaciones hay que aguantar un poco el aburrimiento. ¿Tienes miedo de perder el tiempo? Pero es que el riesgo real de las vacaciones es exagerar, pasarnos de actividad. Recuerda: estamos sujetos a metas laborales durante todo el año, ¡no nos fijemos una meta de vacaciones! Si tu idea más placentera es pasear por las calles alrededor de tu casa, sin organizar nada en concreto, ¡hazlo! Las vacaciones ideales son sobre todo un estado de ánimo diferente al del trabajo. Este es el verdadero cambio. 

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Las vacaciones ideales son sobre todo un estado de ánimo diferente al del trabajo. Este es el verdadero cambio. 

Riesgo número 2: confiar en olvidarnos del trabajo

Las vacaciones son también el momento tan esperado porque queremos dejar de lado nuestras preocupaciones profesionales y el estrés que generan. Creemos que seremos despojados de esto tan pronto como se cierre la puerta de la oficina. Error. Porque no basta con cambiar de ambiente para que nuestra mente se vaya inmediatamente a modo vacaciones. Estamos tan ocupados el resto del año con nuestra vida profesional y nuestro ritmo que todos necesitamos tiempo para descomprimirnos. Por tanto, no te preocupes si los primeros días experimentas una zona de “tierra de nadie” entre el trabajo y las vacaciones.

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Durante este período de transición sucede algo confuso, todavía no somos el vacacionista que soñamos con ser: relajados, optimistas y 100% disponibles para nuestros seres queridos. ¡Y eso es normal!. Al principio, es posible que seas un turista al que le sorprenda un poco que ya no tenga que levantarse temprano por la mañana.

Pensar en el trabajo durante las vacaciones se ha convertido en una nueva ansiedad. Algunos pacientes hablan de ello porque se sienten culpables por no poder “abandonar”. ¡Pero es normal! Es posible que sólo al final de las vacaciones empieces a olvidarte del trabajo.

No nos convertimos en el vacacionista perfecto el día antes de nuestras vacaciones. ¡No cambia tu identidad de una hora a otra! Por el contrario, las vacaciones deben verse como una oportunidad de cambio gradual. Pueden, por ejemplo, permitirnos tomar una lección de lentitud o volver a enseñarnos a reenfocarnos en nuestra vida amorosa, íntima… Tantas pequeñas vivencias que darán frutos más adelante, cuando hayamos vuelto a la oficina.

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Riesgo número 3: idealizar tus vacaciones

¿Nuestras próximas vacaciones? El sol brillará todos los días y los niños siempre serán buenos; en la playa, el agua estará buena y en la mesa, la comida sabrosa … ¡Todos solemos idealizar nuestras vacaciones! Pero al soñar demasiado con éstas siendo perfectas, es probable que nos desilusionemos con el más mínimo problema que surja, ¡y siempre los hay! – y las encuentres decepcionantes. ¿El peligro ? No aprovechar el momento presente y que sólo te concentres en los problemas encontrados: tensiones familiares, la lluvia … Para finalmente dejar en tus ansiadas vacaciones un sabor un poco amargo que nos llevará a esperar, con aún más. impaciencia, el próximo verano.

¡Dejemos nuestro perfeccionismo en casa! Así como preparas tu maleta, también debes preparar tu estado de ánimo. ¿Cómo?  Intentando no llevarte tu perfeccionismo. Esa forma de pensar que nos hará decir que al menor problema, ¡nuestras vacaciones son un fracaso! Aprovechemos nuestras vacaciones para silenciar nuestros pensamientos perfeccionistas.

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En lugar de concebir las vacaciones como una especie de nirvana, sería mejor pensar en tener pequeñas experiencias. Por ejemplo, tratando de estar en el momento presente, de enfocarnos en aquellas cosas que no hacemos el resto del año: el té que beberemos lentamente… También puede consistir en una siesta o un simple momento compartido con los seres queridos. Son estos pequeños momentos agradables los que, en conjunto, harán que nuestras vacaciones sean un éxito.

Riesgo número 4: presionarse demasiado

¿Qué pasa si tendemos a presionarnos antes incluso de irnos de vacaciones? a veces sin darnos cuenta, intentamos conseguir los logros que se espera de un vacacionista. En vacaciones, hemos de: “desconectarnos por completo”, visitar todos los sitios que “no deben perderse”….Estresante, ¿verdad?

Resultado: no dejamos espacio para la improvisación o lo inesperado, por tanto miedo a perdernos una playa más bonita o una visita más interesante. Tengamos cuidado de no crearnos una“ enfermedad de las vacaciones ”. Ahora es momento para el conformismo: ¡como si hubiera una forma de estar de vacaciones que nos hiciera buenos vacacionistas! Permitámonos, por el contrario, transgredir la idea preconcebida que tenemos de ellas. Porque aprovechar nuestro tiempo libre será mucho más fácil y agradable, ya que no es un desafío, una obligación.

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En resumen:

¡liberemos la presión y tomemos anti-lecciones de vacaciones! Porque no hay una única forma de hacerlas. Habrá muchos pequeños éxitos durante las vacaciones, pero todos también experimentaremos pequeños contratiempos, momentos en los que estemos decepcionados, cuando los acontecimientos no cursen de la manera que queremos. Pero todas las vacaciones serán un éxito. El único problema en mi opinión: evitar a toda costa que nuestra sociedad de perfeccionismo continúe presionando precisamente en el momento en el que se supone que debemos derribar ese perfeccionismo.

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Autora: Lucia Rodríguez Brines

Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.

 

 

 

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