¿Cómo nos puede curar la naturaleza?

Mayoritariamente se percibe la naturaleza como un “lugar de bienestar y curación”. Este vínculo entre el bienestar humano y la naturaleza está validado por investigaciones científicas. Una razón más para re-conectar con nuestro anhelo “salvaje”, para disfrutar de todos los beneficios que la naturaleza nos puede brindar.

Hoy, la avalancha de libros sobre este tema, o la multiplicación de los espectáculos de “naturaleza y bienestar”, son algunas señales de que sentimos una necesidad de verde en nuestras vidas cada vez más urbanizadas.

La hipótesis de un vínculo entre el bienestar humano y la naturaleza ha sido aceptada durante mucho tiempo, y ahora la investigación realizada en campos de estudio tan variados como la medicina, la psicología o la ciencia cognitiva valida esta teoría .

La noción de bienestar, como nos referimos en este artículo, se refiere no sólo a la salud, como una ausencia de enfermedad, sino más ampliamente a un estado de bienestar físico, mental y social.

La naturaleza como remedio

Estar en contacto con la naturaleza promueve nuestro bienestar físico y psicológico.

Varios estudios muestran una reducción de la ansiedad y la depresión debido al contacto con el entorno natural y además, una mejora en la autoestima, la felicidad o la creatividad.

La naturaleza cura nuestros males y, más que eso, también mejora nuestras capacidades y funciones cognitivas, reduciendo la fatiga y restaurando nuestra capacidad de prestar atención, si así lo requiere la vida cotidiana. También contribuye a nuestro bienestar físico: reducción del dolor, presión arterial, obesidad o incluso una curación más rápida y la prevención de ciertas enfermedades.

En resumen,

La naturaleza no es simplemente un sustrato necesario en el que se arraigan las culturas humanas, sino un caldo de cultivo que influye en nuestra vida cotidiana y que, quizás, es precisamente lo que permite que las culturas crezcan y se desarrollen.

¿De qué naturaleza estamos hablando?

La naturaleza en cuestión puede tomar formas muy diferentes: pueden ser elementos de la naturaleza (piedras, agua, viento), fauna, flora, paisajes (mar, montaña, bosque). ), que no necesariamente pertenecen a una biodiversidad que actúa en un ecosistema definido.

Por ejemplo, en 1984, un estudio ya mostró que los pacientes con una ventana en el exterior sanaron más rápido que otros pacientes que no tenían esa visión.

¿Es suficiente tener algunas plantas verdes o una fotografía del mar para sentir los beneficios de la naturaleza? El tema es importante porque tiene consecuencias potenciales en términos de opciones de política de salud pública.

¿En qué acciones con la naturaleza hay que involucrarse para percibir sus beneficios? ¿Deberíamos mirarla o tocarla? ¿Y con qué regularidad?

Debido a los estilos de vida urbanos y sedentarios pasamos cada vez menos tiempo al aire libre y, para la mayoría de nosotros, vivimos en un entorno natural empobrecido, hasta el punto de que algunos autores hablan de ello como “extinción de la experiencia”.

Algunos autores proponen como marco de investigación el concepto de “dosis” de la naturaleza. Los diferentes parámetros que componen esta “dosis” se tratan de acuerdo con la salud de los individuos. La importancia de los beneficios derivados de la relación con la naturaleza dependería, por lo tanto, de la dosis de la naturaleza recibida.

Ver la vida en verde

La complejidad de los mecanismos de los beneficios naturales para el bienestar humano aún escapa a la comprensión. ¿Por qué la naturaleza nos hace bien? A esta pregunta, se avanza la hipótesis de la “biofilia”, postulando que el ser humano tiene una tendencia innata a buscar conexiones con la naturaleza y otras formas de vida. Este interés en la naturaleza es producto de una evolución biológica que permite la mejor adaptación posible al medio ambiente.

El rápido declive de los hábitats naturales y el colapso de la diversidad de especies animales y vegetales apuntan a un escenario inquietante sobre el bienestar humano. Además, los estilos de vida contemporáneos están resultando, para una gran cantidad de personas, en una exposición directa más baja al medio ambiente natural.

Si nuestro bienestar depende en parte de la calidad de nuestra conexión con la naturaleza, podemos preguntarnos acerca de las consecuencias humanas y ambientales de esta “desconexión” que comienza. Para revertir esta tendencia, el desarrollo de la investigación científica debe ir acompañado de la implementación de acciones reales.

Urbanismo, educación, política medio ambiente

Es necesario repensar el enfoque de la política de gestión, particularmente en el área de planificación urbana, donde es urgente llevar la naturaleza a la ciudad, para proteger y promover la biodiversidad en estas áreas.

Al mismo tiempo, el campo de la educación también tiene la responsabilidad de tomar medidas para alentar a los jóvenes a desarrollar y mantener relaciones con la naturaleza lo antes y con la mayor regularidad posible.

Si bien la preservación de la biodiversidad lucha por encuadrarse en las agendas, el reconocimiento de la salud y el bienestar humanos como estrictamente ligados a las condiciones ambientales favorables podría ser un argumento decisivo.

==> Shinrin-yoku: ¿cómo disfrutar de los beneficios del baño de bosque?

Shinrin-yoku, o baño forestal, es una práctica médica muy popular en Japón. Esta medicina del bosque nos invita a acercarnos a la naturaleza, su armonía, para reconectarnos con nuestra capacidad innata de curar. El arte de bañarse en el bosque es conectarse con árboles, plantas, abrazar la naturaleza a través de nuestros sentidos.

Autora: Lucia Rodríguez Brines

Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que.existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.

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