Camino hacia el espejo. Me observo, me observo, y sólo me veo. No llego a mirarme y a saber quién soy. ¿Quién habita en ese cuerpo grácil y engalanado? ¿por qué no me atrevo a mirar cara a cara a mi miedo a no saber quién soy en realidad? ¿es acaso mi mayor autoengaño? ¿saber que no sé quién soy y aún así fingir que sólo se trata de un tonto pensamiento fútil? ¿sólo es un miedo pasajero al que se debe ignorar? pero… si fuera algo más, ¿qué sería? ¿qué sucede si afronto que no sé quién es esa persona que se asoma a los espejos, que busca incansable la pretendida aceptación de sí misma que todo individuo de esta sociedad anhela? Si ese miedo me indicara que no sé quién soy. ¿Debo temer ese miedo? ¿sería tan enloquecedor reconocer que no se sabe quién se es? ¿somos una entidad tan sólida realmente como para resultar inquietante no saber quién eres?
Quizás no somos más que la suma de instante tras instante de vida. Pensamientos que fluyen en un río caudaloso de conciencia ininterrumpida. Vestigios del pasado, asomos al presente, anhelos de futuro, búsquedas de sensaciones, atención alocada y fluctuante cabalgando a lomos de la sucesión ininterrumpida de acontecimientos. Pero ¿quién soy yo? pregunta esquiva que algunos luchan por esconder alegando ser un problema sin solución que tan sólo complica sin posibilidad de aclarar nada.
¿Qué sucedería si en un arrebato de valentía se nos ocurriera admitir que no sé quién es ese individuo que se encuentra frente al espejo? ¿quizás ese arrebato de sinceridad nos reportara humildad y paz por empequeñecernos y situarnos a la altura de meros integrantes de la vida en este diminuto lapso de tiempo? ¿quizás nos daría alas?
¿De qué nos sirve fingir que sabemos perfectamente quienes somos? entendiendo quienes somos como el conjunto de recuerdos, conceptos, imágenes y sensaciones que albergas en tu memoria sobre tu individuo.
Si reconozco no saber quién soy es porque me doy cuenta de que todas esas ideas y conceptos que tengo sobre mí surgen del pasado y del futuro. En este preciso instante, sólo soy un ser latiendo, respirando, usando mi mente para pensar algo -pensamiento que después se pierde inmediatamente para siempre-, soy un ser que siente, que escucha, y entonces ya no soy el anhelo de ser alguien, ya no me doy tanta importancia, soy una diminuta pero maravillosa parte de la existencia en un breve pero infinito lapso de tiempo.
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