¿Cómo favorecer la buena convivencia familiar y enseñar optimismo y valores?
Ser padres o madres o profesores con sentido del humor se extiende más allá de sonreír y reír a menudo, hacer bromas, etc, aunque también conlleva todo esto. El sentido del humor requiere también afrontar las adversidades de forma positiva, mantener el humor a pesar de las contrariedades, desarrollar el ingenio, practicar la amabilidad, suavizar o resolver los problemas sin perder la calma, con la perspectiva que proporciona el humor.
¿Cómo favoreer un entorno libre, relajado, optimista que permita el desarrollo el sentido del humor en todas sus dimensiones?
En relación con la creación de humor, el ambiente familiar o escolar puede contribuir:
Se pueden promover actividades pasar tiempo juntos y divirtiéndonos. Actividades que provean un buen estado de ánimo: juegos, ejercicio físico al aire libre; aprovechar cualquier ocasión para convertirla en juego; invitar a sugerir ideas para la diversión; fomentar juegos de palabras; reforzar las muestras de humor ocurrente que hagan los niños; compartir chistes adecuados a su edad; motivar a ver el lado cómico de las contrariedades. Se dice que para quiénes ríen juntos es muy difícil mostrarse agresivos pues la risa crea un fuerte vínculo y complicidad.
En cuanto a la apreciación del humor (segunda de las dimensiones del sentido del humor) el ambiente familiar o escolar puede contribuir:
A los niños y niñas les encanta la risa, el humor, bromear, la alegría…. Cuando son bebés nos resulta más fácil responder a esta necesidad pero cuando crecen esas expresiones se consideran incompatibles con la disciplina y la responsabilidad y es un error. Se trata pues de añadir cada día un poco de alegría, de fomentar actividades que nos diviertan mutuamente, por ejemplo: ver juntos una película cómica, hacer fotos divertidas (de muecas, por ejemplo), evocar recuerdos agradables vividos.
De todos es sabido que es más fácil dejarse llevar por el mal humor y las penas, por esto se necesita un compromiso diario, esforzarse diariamente en sentirse las personas más afortunadas del mundo, entonces nuestra alegría cada vez se multiplicará más y contagiará a nuestro alrededor, generando una reacción en cadena inimaginable.
El lenguaje comunicativo
Es muy importante el tipo de expresiones que usamos comúnmente para referirnos a situaciones y personas, para interactuar con el mundo y pensar sobre éste. Además los niños y niñas adoptarán en gran medida nuestra expresiones así que tenemos doble responsabilidad: hacia nosotros mismos y hacia los niños.
Lo óptimo es cultivar el lenguaje positivo. Éste implica expresarse de forma afirmativa (no decir “no puedo”, etc) y atender aspectos positivos que tiene una situación dada. Entra en juego des del “buenos días” de la mañana hasta cuando tenemos que dar una opinión, por ejemplo.
Muy importante es también practicar la risa de uno/a mismo/a cuando hay situaciones en que nos sentimos incómodos o ridículos o algo sale mal o cometo un error. Esto sólo lo podemos desarrollar si paralelamente no nos tomamos demasiado en serio.
Podemos contribuir, con nuestra actitud, a que los niños/as disfruten de la vida, de las cosas cotidianas, a que valoren sus logros y sus virtudes, en definitiva educando su capacidad de goce de vivir.
En la línea del elogio que comentábamos al inicio, éste debe utilizarse con precaución. Podemos ayudar al niño/a al reconocimiento de sus logros más que buscando la aprobación de los demás (mensajes tipo “debes estar orgulloso de lo que has hecho” son preferibles a “me encanta lo que has hecho”).
En cuanto al afrontamiento optimista de las adversidades (tercera de las dimensiones del sentido del humor) el ambiente familiar o escolar puede contribuir:
- Desdramatizar pequeñas molestias y problemas cotidianos, relativizarlos. Es muy importante como habilidad para el futuro.
- También podemos ser capaces de experimentar de forma lúdica y amena una situación (aun cuando es opuesta a divertida, incluso trágica), debido a que nuestra disposición mental, nuestra actitud voluntaria y consciente, trabaja para transformarla, por alejarse por un momento de lo real, permitiendo verla con creatividad e incluso fantasía
- Sobreesforzarse para evitar a los niños/as frustraciones y sufrimiento puede ser un error ya que no permitimos que experimenten estas emociones y por tanto no puedan desarrollar mecanismos psicológicos eficaces para hacerles frente. Por el contrario, se puede ayudar a que comprendan que la frustración forma parte de la vida y enseñarles a manejarla, utilizando también el humor como herramienta.
- Los padres y profesores pueden prestar atención a las reacciones de los niños/as ante sus fracasos y la forma que tienen de explicarlos (qué se dicen a sí mismos) e intentar incidir en un estilo de pensamiento optimista y realista.
Según el psicólogo Martin Seligman: los niños/as optimistas, además de estar protegidos contra depresión y otros problemas de salud, tienen más éxito académico que sus iguales pesimistas.
En cuanto a las relaciones positivas con los demás (cuarta de las dimensiones del sentido del humor) el ambiente familiar o escolar puede contribuir:
Hace referencia a procurar que aprendan a reírse sin hacer daño a otros y a saber afrontar las burlas. Es muy importante no reírse ni ridiculizar a los niños/as, ni permitir que se rían de los demás (ni siquiera hermanos, primos, etc) –ya sea de rasgos físicos, errores…-. Puede ser muy beneficioso enseñarles estrategias para afrontar las burlas asertivamente y reírse de lo que les sucede.
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