¿Cómo puedo meditar? (por Cristian Fernández)

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Este texto fue escrito por Cristian Fernández, amigo mío en quien confío. Cristian realizó una práctica intensiva de meditación durante más de un año en lo que se llama un retiro en solitario. El lugar elegido por Cristian es un enclave natural en el pirineo de Huesca, cuya atmósfera de paz y sosiego servían de inspiración y reflejo a Cristian del estado mental que deseaba descubrir en su interior.

Este texto concretamente son instrucciones breves, concisas y muy útiles para quiénes sienten curiosidad por la meditación o la practican habitualmente. Por esta razón, me he animado a compartirlas, pienso que pueden ser de utilidad.

Al finalizar el retiro, Cristian fue residente del templo budista Dag Shang Kagyu durante algunos años, compartiendo su experiencia, colaborando con el centro y sirviendo de guía e inspiración para los visitantes y residentes del templo.

Sin más dilación, comparto su visión de la meditación e instrucciones para su práctica resumidas:

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Primero, mejor aclarar el porqué de la meditación.

La meditación es una herramienta para descondicionarnos poco a poco de nuestra neurosis, es decir, del seguimiento de nuestros pensamientos sobre el futuro, el pasado o incluso la interpretación constante de las cosas que nos suceden en el presente.

Científicamente, se ha comprobado cómo las neuronas se relacionan entre sí alimentadas por pensamientos repetitivos que crean una percepción ilusoria sobre nosotros y las demás cosas (incluidas personas); lo que trata la meditación es de descondicionar la mente de neurosis para llegar a tener un espacio mental cada vez más claro entre la consciencia que percibe y los pensamientos y emociones que aparecen en la mente, llegando a ese espacio sagrado que no juzga ni interpreta nada de lo que surge interior o exteriormente, un espacio en el cual no se juzga nada pero todo cabe.

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La práctica de la meditación shamata o Shiné (calma mental) consiste en focalizar nuestra concentración en la sensación que produce la respiración en la punta de la nariz o el labio superior (unas cosquillitas, un frío o un calor al inspirar y expirar) así nos concentramos en la sensación que produce primero la inspiración, ahí muy suave y natural, quizás un pequeño frío en las fosas nasales, y después en la expiración, quizás unas cosquillitas con sensación caliente en la punta de la nariz o en el labio superior; después viene un pequeño espacio y otra vez, inspiro, expiro (la respiración normal, no hay que forzarla de ninguna forma especial). Y así atento/a a la respiración 15 minutos hasta una hora o dos o las que se puedan, pero al principio sin forzar, pues mejor establecer una buena relación con la meditación, sino conscientemente adquirimos una mala relación y rechazamos la meditación.

Cuando nos acostumbramos sí que está bien ir más allá de nuestra primera comodidad para que así surjan los pensamientos, para verlos, y al no implicarnos personalmente con ellos, surgen y se desvanecen como un arco iris, y así es como descondicionamos los viejos patrones de pensamiento.

Debido a las tendencias acumuladas nos distraerán pensamientos de todo tipo, pensamientos de actividades fuera de la meditación, y pensamientos sobre la meditación: “no puedo meditar…¿qué estoy haciendo aquí sentado si tendría que….?”, o también al contrario: “¡ahora sí que medito bien!” o cosas similares. Sea el pensamiento que sea, bueno o malo, positivo o negativo, (pues en la meditación se tratan todos como iguales) volvemos a la sensación en la respiración, de esto se trata, de volver de forma natural y sin forzar nada.

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Con el tiempo, la respiración se hace más corta de forma natural (casi imperceptible). A medida que crece la capacidad de concentración (que más que concentrarse se podría decir que es permitirse descansar en la sensación de la respiración, y eso es tomar Refugio Auténtico de nuestra tendencias habituales, y alivio, si se quiere decir), pues al desarrollar la concentración uno se queda como cuando estás en casa y escuchas un ruido que parece que haya entrado un extraño, ese momento de atención plena, aquello que te quedas como en suspenso, pues más o menos uno se queda en una sensación así mientras medita en inspiro-expiro.

Obstáculos para meditar

Hay 2 obstáculos principales, la agitación y el sopor o somnolencia. Detener este proceso de agitación y sopor es difícil al principio debido a nuestros hábitos en la  hiperactividad mental; normalmente al principio hay que esforzarse un poco. También hay que tener cuidado ya que más adelante se puede experimentar un falso estado de paz y bienaventuranza que en realidad es un estado de sopor extremadamente sutil que suele confundirse con la realización de shiné (calma mental).

En todo esto siempre nos vendrán pensamientos, pues no se trata de suprimirlos, sino de darse cuenta de ellos y cuando nos demos cuenta volvemos a la sensación de la respiración con alegría y no con pena o frustración por habernos distraído. Esto marca una diferencia muy importante. Los que se van 1000 veces y vuelven con alegría (con una especie de sensación “me he dado cuenta, ¡qué bien!”) y así regresan a la concentración en la respiración despertándose 1000 veces con alegría. Y los que se van 1000 veces y se lamentan 1000 veces por haberse distraído durmiéndose 1000 veces.

A veces se confunde la meditación con buscar un estado especial. Un estado alterado de conciencia. Y más bien es rendirse al estado inalterado que todos poseemos, un estado honesto, simple y sencillo, en el cual permanecer sin añadiduras y en paz.

Enlaces de interés relacionados con este artículo y su autor:

Un ermitaño en San Martín

Templo budista Dag Shang Kagyu (Huesca)

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