El desorden es su segunda naturaleza. Pueden sufrir por su incapacidad para ordenar, pero son incapaces de domar el caos que reina en su guarida. ¿Qué esconde su desorden?

En Raúl, de 45 años, una pila de ropa enrollada impide el acceso a la cama, el fregadero está repleto de platos sucios y el papeleo se amontona aquí y allá. Regularmente busca su tarjeta de crédito que encuentra en los lugares más insólitos… “Mi lío me ha valido muchos contratiempos: ajuste de impuestos, amenaza de corte de luz…”, dice -El.

Una negativa a crecer

El trastorno a menudo tiene sus raíces en la infancia. “Mi madre era maníaca. De niño, su excesivo deseo de orden siempre me incomodaba, testifica María, de 28 años. Mantuve mi desorden por un espíritu de rebeldía. Las personas desordenadas se niegan a someterse a las convenciones sociales de orden y limpieza que las devuelven al “Limpia tu cuarto” que les decían sus padres. Su dificultad para domar su interior revela una negativa inconsciente a lidiar con la realidad de la vida adulta (por ejemplo, pagando sus cuentas a tiempo, etc.)

El trastorno es entonces un signo de dependencia infantil. De manera inconsciente, se espera que alguien arregle detrás de ti, que gestione la mayordomía.

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Una forma de egocentrismo

Cultivar el desorden gozoso en torno a uno mismo es también, a veces, intentar acumular pruebas de la propia existencia, exorcizar un miedo inconsciente a la muerte. Las personas desordenadas quieren dejar su huella, sentirse vivas dando rienda suelta a su creatividad… incluso a su egocentrismo. “Si mi trastorno molesta a mis amigos, o se ponen a trabajar o salen”. En otras palabras: “Tienes que tomarme como soy. »

Estas personas no se esfuerzan por hacer que su apartamento sea acogedor, por tender la mano a los demás, por respetarlos. Cuando vives con tu familia, imponer tu desorden a los demás es también una forma de marcar tu territorio. Dentro de la pareja, por ejemplo, el desorden que uno deja atrás puede traducirse en una renuencia inconsciente a dejar espacio al otro.

Dificultad para controlar sus ansiedades

“Después de mi divorcio, me deprimí. Mi piso es exactamente el reflejo de mi ser interior: desordenado, desorganizado”, explica Miriam, de 46 años. Vivir en el caos es dejarse abrumar por las propias angustias o por el propio pasado. Algunos tienen una relación mágica con los objetos, les cuesta deshacerse de ellos por su valor emocional. Ordenar tu interior significa liberar espacio y energía para vivir mejor el presente.

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¿Qué hacer ?

Encuentra buenas razones para limpiar

Ordenar no es necesariamente una tarea ingrata. También puede convertirse en un placer, siempre que encuentres, para ti, las razones adecuadas para hacerlo: exhibir los muebles que acabas de comprar, recibir a tus amigos sin avergonzarte de tu interior o, simplemente, disfrutar de no sentirte oprimido en casa. … Y como el orden no se restablecerá solo, haz un acto de voluntad: define reglas y tiempos de almacenamiento a los que te apegarás.

Organiza tu espacio interior

Si los síntomas persisten, puede ser útil consultar a un terapeuta para abordar las raíces profundas de su desorden interno. Unas cuantas consultas te ayudarán a “ordenar” tu espacio psíquico: ordenar tus recuerdos, tus emociones, tus angustias, poner el pasado en su lugar, tirar lo que te estorba… Lo demás vendrá después.

Consejos para los que te rodean

En la adolescencia, un dormitorio desordenado es imprescindible, e incluso necesario, una forma de afirmar la propia autonomía rechazando el orden de la casa y el modelo paterno. Los padres no tienen ningún interés en ordenar a su hijo si quieren empoderarlo. En la vida de dos, no es deseable que uno se coloque en una posición de padre y encierre al otro en una posición de eterno culpable. Para quien convive con una persona desordenada, es mejor utilizar el humor para transmitir el mensaje y proponer pactos: “Está bien, ordeno la cocina, pero tu vas a la compra. »

Objetivo: encontrar un equilibrio en el reparto de tareas para preservar la armonía familiar.

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Autora: Lucia Rodríguez Brines

Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.

 

 

 

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