Podría haber … debería haberlo hecho … tuve que … Las “rumiaciones mentales” aparecen como un nuevo mal contemporáneo, omnipresente y agotador. Si bien toma múltiples formas, este proceso se aferra a una misma emoción: el miedo.
Explicaciones y consejos prácticos para aprender a silenciarlas:
Ángela, de 38 años, es representante médica. Cada mes, expone los productos diseñados por su laboratorio frente a una audiencia de médicos. Y cada mes, cuando esta mini-conferencia llega a su fin, lo inundan una avalancha de pensamientos desagradables: “¡No debería haber comenzado así, no deberían haberlo entendido! Además, olvidé mencionar el nuevo empaque, ¡debería haberlo escrito en rojo en mi hoja! ¿Y si pidieran otro profesor del laboratorio? Les pediré su opinión sobre mi desempeño … ¿Hablo con mi jefe? Se va a reír de mí, ¡ya lo escucho! En cuestión de minutos, Ángela se ha convertido en guionista, actriz y directora de una película que ella es la única que puede rodar, editar y mirar en su cabeza.
En Clara, 32, madre de dos hijos, fue un pensamiento de la maestra de su hijo lo que lo inició todo: “Encuentro que Raúl tiene problemas para concentrarse… ¿Tiene problemas en casa? “Desde entonces, Clara sigue repitiendo:” ¿Qué quiso decir? Sabía que obligar al pequeño a quedarse en la escuela no era una buena idea. Pero seguí el consejo de su padre … ¡Como siempre, me dejé influenciar! Era medianoche, y Clara todavía está buscando soluciones a un problema quizás totalmente virtual.
Si te reconoces en estas preocupaciones de Ángela y Clara, no es de extrañar: el pensamiento excesivo (rumiación mental) del que son víctimas ha sido identificado como un nuevo trastorno de nuestro tiempo.
Entre la ansiedad y el pensamiento
Según un estudio de 1.300 personas seleccionadas al azar, descubrió que el 63% de los adultos jóvenes y el 52% de los adultos mayores pueden considerarse personas que piensan demasiado. Entonces, ¿qué es esta hiperactividad mental que empuja a consumir alcohol o Prozac cuando no pueden curar el estrés diario? Para el psicólogo, es una “manifestación de hipersensibilidad” que conduce a “preocupaciones torrenciales”.
Cuando nos asalta la rumiación mental, “nuestros pensamientos negativos se hinchan, como una masa con levadura”. En un primer momento se centran en el hecho que acaba de suceder, luego, poco a poco, se deslizan hacia otras situaciones del pasado, del presente, mezclando nuestras dudas más íntimas.
Es este aspecto caótico, en espiral, este “re-tejido de ideas” muy inquieto lo que caracteriza la rumiación mental. Si bien este trastorno puede conducir finalmente a la depresión o la ansiedad crónica.
Pensar es poder diferenciar, nombrar y asociar, sin embargo, la rumiación nos impide distinguir lo que es realmente significativo para nosotros. Hasta el punto de no poder discernir las verdaderas preocupaciones – un ser querido gravemente enfermo-.
Escucha la emoción
Algunos psicólogos especializados en nuestra parte primitiva emocional afirman cualquier “dolor de cabeza” es una señal: nos dice que hemos pasado de un estado de apertura a un estado de defensa. En la base siempre hay una amenaza (ser abandonado, despedido, descalificado…). Luego viene el miedo. Esta “emoción raíz” desencadena una respuesta de huída. Vivimos en un período de sobrecalentamiento cerebral y agitación sensorial: quinientas ideas por segundo se agitan en nuestras cabezas, todas con el objetivo de movilizarnos para encontrar soluciones.
El miedo es el motor principal de nuestra “pequeña bicicleta” mental: Abarrotar la cabeza tiene una función antidepresiva. Este mecanismo, paradójicamente, nos permite proteger nuestras ansiedades existenciales más profundas al aislarnos de nuestras sensaciones.
Si resolvemos nuestras ansiedad existencial podemos dejar d utilizar la preocupación como mecanismo de huída y distracción.
¿Una fragilidad más femenina?
La psicóloga estadounidense Susan Nolen-Hoeksema lo anuncia desde la primera página de su libro: las mujeres habitan más que los hombres. ¿Por qué ? Según ella, esta tendencia está ligada a la educación que, desde muy temprano, anima a las mujeres a escuchar a los demás y hablar de sus dificultades, cuando los hombres se animan más a reaccionar rápida y eficazmente para encontrar soluciones. Las vinculadas a una emoción están más ancladas en el cerebro femenino. Como prueba, su capacidad para recordar fechas importantes, como su aniversario de bodas, cuando los hombres olvidan fácilmente estos detalles …
Entonces, ¿innato o adquirido? se puede señala un factor social: hoy, el ‘malestar en la civilización’ afecta especialmente a las mujeres, que se sienten obligadas a brillar en todos los frentes: en la pareja, como madre, en el trabajo… De ahí una mayor exigencia de ellas mismas. Dando tanta importancia a todos sus” deberes “, les resulta difícil compartimentar y estar ocupadas en un área … mientras reflexionan sobre sus otros objetivos.
Autora: Lucia Rodríguez Brines
Apasionada e investigadora de la mente humana. Respeto el sufrimiento humano y procuro ayudar a disminuirlo. Convencida, como psicóloga y como meditadora, de que existe un proceso de evolución de la psique del ser humano. Cómplice del desarrollo de conciencia y valores humanos.
Si estás interesad@ en conocer nuestros servicios de psicología y mindfulness, puedes escribirme a info@psitam.com y estaré encantada de atenderte.
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