El tema de los deberes es un tema controvertido. Unos sostienen que son perjudiciales para los niños, otros afirman lo contrario.
El principal hándicap es que la evidencia empírica que ha investigado el impacto positivo o negativo de los “deberes” en los niños no es concluyente. Esto se debe a la multiplicidad de variables que influyen y que no permiten estar seguros de estar evaluando exactamente lo que se pretende evaluar. Pero lo primero para investigar sobre el tema es definir qué se entiende por “deberes”.
En las últimas décadas se ha avanzado en la investigación en el ámbito educativo, (estilos de aprendizaje, método de enseñanza óptimo, adaptación de la educación a colectivos con características especiales, etc). Una de las grandes conclusiones que se extraen de tal indagación es que el aprendizaje conceptual o memorístico, en el cual se ha basado el sistema educativo, no es duradero ni potencia las habilidades cognitivas más sofisticadas de la persona.
Se podría entender que siempre que los niños estén aprendiendo estarán “haciendo deberes”. Si un niño acude semanalmente con su abuelo al teatro o a museos, lee el periódico y le explica una noticia a su madre (comprensión lectora) o realiza lecturas de algunos libros durante el verano puede ser una forma eficiente de “hacer deberes” ya que el niño está aprendiendo sin darse cuenta y entonces se favorecen más conexiones, un aprendizaje que conecta más estructuras cognitivas y que relaciona más conceptos. Finalmente todo ello repercute en el éxito académico (ortografía, lengua, matemáticas,…).
También pueden favorecerse las inteligencias múltiples de esta forma, aprendiendo los niños en los casals d’estiu a relacionarse o apuntados a extraescolares de inteligencia emocional (por ejemplo emoticat en Sta Perpètua de la Mogoda ofrecen este tipo de oferta) estaremos trabajando la inteligencia intra e interpersonal. Si los niños se reúnen con familiares y amigos que se dedican a la música o tocan instrumentos estarán potenciando su inteligencia musical, etc. Para conocer en mayor profundidad las inteligencias múltiples podéis leer el siguiente artículo.
Como decíamos hay muchos factores que influyen en la investigación sobre el tema de los deberes, uno de ellos es el nivel socioeconómico de la familia. Si un niño crece en una familia de nivel socioeconómico alto escuchará de media 2150 palabras por hora y probablemente aprenderá la utilización de frases subordinadas, condicionales, un vocabulario rico, etc. Este niño estará aprendiendo fuera de la escuela, se podría entender como “deberes”, ya que este aprendizaje favorecerá su éxito académico. En cambio si un niño se cría en una familia de nivel socioeconómico bajo probablemente en su entorno escuchará en torno a 620 palabras por hora y frases menos elaboradas. Este niño podría progresar en la escuela a un ritmo distinto que el primer niño, ya que si su lenguaje no es tan complejo puede no entender bien a los adultos y no progresar tan rápido.
La solución sería incrementar el tiempo escolar de calidad de los más desfavorecidos en el sentido socioeconómico, para paliar esas diferencias con los otros niños y porque lo que no aprendan en la escuela no lo adquirirán en su entorno fuera de la escuela.
En definitiva, ese aprendizaje autónomo, “esos deberes” que realizan los niños de un entorno más favorecido “sin darse cuenta” no pueden llevarlos a cabo niños que no tienen esas condiciones, por tanto, se deberá des de la escuela potenciar su aprendizaje.
Y para finalizar,
Hay una cosa clara, y es que los deberes que consisten en ejercicios aburridos o incomprensibles, no se traducen en un mayor rendimiento académico ni una estimulación intelectual ni cognitiva adecuada ni avanzada. ¿Por qué? Muchas veces instauran vicios intelectuales, (no relacionar contenidos, pensamiento no crítico sino memorístico, etc).
Como ya señaló Benjamin Franklin… “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.
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