Sintiéndome mejor si me alejo…
Con frecuencia ocurre que una persona se da cuenta de que ha sido víctima de mobbing cuando ha salido de la empresa y tomado distancia. El hecho de distanciarse –como ocurre con el resto de relaciones tóxicas, ya sean pareja, amistades, profesional…- permite recuperar la “lucidez” y la objetividad acerca de las verdaderas capacidades y habilidades, del verdadero valor que tenemos como personas.
Esto ocurre al no vernos obligados a sufrir la incesante burla y desaprobación por parte del agresor. Esta es la gran limitación en el tema del acoso y el maltrato (ya sea conyugal, laboral…), no es fácil detectarlo porque se inicia sutilmente y poco a poco va aumentando su presencia e intensidad hasta considerarse algo normal en el contexto de un entorno laboral competitivo y orientado a la consecución de objetivos.
Comprendiendo el mobbing…
Hay una metáfora que se enseña en estos casos porque nos ayuda a comprender el fenómeno de la tolerancia del acoso y el maltrato y su “normalización”: si a una rana la pones directamente des de su medio natural a una olla hirviendo, ésta saltará y saldrá inmediatamente; en cambio, si la pones en una olla fría que va calentándose progresivamente hasta llegar a hervir la rana no se dará cuenta y se habituará a la temperatura.
¿Qué factores favorecen el mobbing?
Además, la actitud de presionar a los trabajadores, o de competitividad entre los compañeros se favorece y mantiene por la creencia de que aumenta la productividad, premiando a quien realice mejor su trabajo, en detrimento del resto, que además de no recibir ningún reconocimiento se ven infravalorados; esta situación puede sembrar la desconfianza y la envidia entre los compañeros y encargados que se puedan sentir en desventaja debido a las capacidades o habilidades de otra persona, convirtiéndose así en el objetivo del acoso.
¿Qué puede hacer la víctima de mobbing?
La persona que comienza a sufrir los primeros síntomas de mobbing duda de profesionalidad a partir de comentarios sarcásticos, crueles u ofensivos que se lanzan sobre él/ella o a partir de críticas que recibe sobre algún aspecto de su vida personal. Si la persona identifica este tipo de trato tiene que tratar de atajarlo empezando en primer lugar a llevar un registro de estos hechos, e informando a continuación al superior jerárquico o al encargado de personal de lo que sucede para que se tomen las medidas oportunas. Lo que nunca se debería hacer es enfrentarse directamente con el acosador, ya que esto le ofrecería a éste/a más razones para mantener su actitud para justificarla.
¿Qué pueden hacer los compañeros?
Si observamos que un compañero/a está siendo acosado, debemos adoptar una actitud de no-cooperación, en el sentido de no ‘alimentar’ el acoso, ni justificarlo en base a los rasgos personales del trabajador afectado, y debemos además ofrecerle apoyo para que no se sienta aislado del resto de compañeros, permitiéndole hallar una ‘válvula de escape’. La decisión de denunciar el acoso ante los superiores, sin embargo, debe ser tomada y emprendida por la víctima del acoso.
El gerente/a de la empresa, junto con el encargado de personal y los sindicatos, son los que pueden poner freno al mobbing, ya que este delito se produce en el ámbito laboral, aunque sus consecuencias se generalizan también al ámbito personal, e incluso repercuten sobre la salud de la víctima. Por tanto, en primer lugar hay que manifestar esta situación mediante denuncia o por otros medios, para poder determinar quién o quiénes son los responsables antes de adoptar medidas.
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